miércoles, noviembre 27, 2024
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Domenico Versado

Ernesto Julián Bedregal Patiño

Tributo al Tango

Cuando el cielo se empieza a poner rosado, tomo conciencia de mi amor infausto, he sido abandonado tantas veces, en Balvanera, en Caballito, en Liniers, podría narrar con detalle mis desventuras.
Por cada barrio de la gran capital, escribiría una obra dramática, de aquellas que hacen llorar a los visitantes del Teatro San Martín, o de aquellas que se convierten en inspiración de poetas marginados.
Pero esta vez no me apetece, porque no se trata de mí, se trata de mi viejo y querido Tango, la herencia que me dejó mi abuelo, el suspiro de mis anteriores vidas, la razón por la que vuelvo a levantar la birome.
Aprendí a refugiarme en San Telmo, creando versos al compás de cuatro cuartos, como lo hacía Alfredo Le Pera, porque yo escribo con el corazón, mi corazón es Tango, y no existe Tango sin Buenos Aires.
A pesar de que mi vida sea un quilombo, aunque comience la matina con una copa de vino, y termine la noche jalando birra, aunque derroche mi fortuna a lado de una mina que apenas conozco, el Tango me redime.
En su compañía hallo consuelo, nada está perdido, por eso siempre lo llevo conmigo; Carlos Gardel sigue cantando y mejor que ayer, al son del bandoneón, reanima mi espíritu porteño, con el eco de su voz, atiza mi gallardía.
¡Con esta facha que me gasto!, recorro Caminito orgulloso de mi patrimonio, no hay mufa que se quede, desde guacho soy bueno chamuyando al destino, dando paso a nuevos amores, abro camino a musas más sublimes.
Hoy me desangro por una fueguina, mañana lo haré por una cordobesa, o quizás por una correntina, pero siempre bien empilchado, re piola; extravagante, voy acoplando los poemas que dejó la garúa, esperando que los encarne.
Como buen bostero, La Boca es mi estandarte, henchido de gloria hago alarde de mis victorias, como Palermo resurjo de las inclemencias del tiempo, para guardar la pelota entre las redes y cerrar el estadio.
Porque mi Tango es aguerrido, mi Tango viene del potrero, mi Tango está curtido, en la hambruna, en la pobreza, en la desesperanza, crece y se fortalece, es una garufa que se las arregla para salirse con la suya, es un pibe de barrio.
Si me buscas y no me encuentras, me hallarás en Plaza Dorrego o en el Café Tortoni, escribiendo, creando, soñando con hacerme Tango, bebiendo, cantando, deseando un orbe colmado de su garbo.
Aunque a veces me pierda en el vano suburbio, los recuerdos de la murga me salvan, imponiendo su goce de existir, una dosis de ilusión necesaria para versificar, porque soy un tanguero intenso, inesperado; así como mi Tango, intrépido, ingenioso.

El autor es Comunicador, poeta, artista.

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