Es indudable que de la calidad de la educación depende en gran medida el progreso constante, como se comprueba por el desarrollo alcanzado por países de otros continentes, donde han sido hechas las inversiones económicas necesarias para contar con recursos humanos altamente calificados. Por ello hoy muestran avance en varios campos del saber, como tecnología, salud, industria, etc.
En nuestro país, subdesarrollado, el tema de la educación debería merecer intensos y permanente debates a cargo de expertos en la materia, porque es urgente determinar qué tipo de enseñanza requieren niños y jóvenes, además de elaborar diagnósticos precisos, a cargo de entidades académicas, para atender las necesidades que son observadas tanto en el sector público o el privado.
Y a pesar de que el gobierno de turno nos ha acostumbrado a medidas paliativas y temporales para aparentar que le interesa resolver graves problemas, la realidad es que los cambios esperados están lejos de ser realizados. Por ello se le dio el beneficio de la duda cuando anunció la realización del Congreso Plurinacional de la Educación, efectuado en la ciudad de Tarija hace poco, con 720 congresales, organizados en 32 mesas de debate. Además, el presidente Arce había solicitado corregir errores, que los maestros exijan más a los estudiantes y que mejore la calidad educativa.
Sin embargo, de los cinco días de debate no surgieron aportes educacionales sustanciales para iniciar las esperadas modificaciones,
limitándose los acuerdos a pedir la mejora del presupuesto para el sector educativo, así como que se pague el Bono Juancito Pinto desde nivel inicial, para menores de 4 y 5 años y cambiar la malla curricular y la carga horaria. Lo peor es que en medio hubo discusiones entre docentes rurales y urbanos, llegando a agresiones físicas, como sucede en reuniones sindicales donde pasan a segundo plano los temas verdaderamente importantes.
Como resultado, dicho Congreso Educativo puede ser considerado un fracaso, como anticiparon oportunamente expertos en el tema, pues no se trató de un evento organizado para verdaderamente hacer modificaciones transcendentales, sino para garantizar la permanencia del actual modelo educativo que cada vez muestra más fallas.
Mientras tanto, millones de niños y jóvenes seguirán tratando de “salir adelante” en medio de numerosos problemas, como la deficiente infraestructura, particularmente en zonas alejadas, sin acceso universal a computadoras e Internet ni suficiente capacitación para manejarlas a fin de obtener el mayor provecho. También falta saber qué pasará con una currícula escolar manipulada para adoctrinar o aparentar avances con la inclusión de algunas temáticas modernas.
Lo irónico es que ahora se pregona hasta el cansancio que está en marcha una “industrialización”, sin contar con tecnología ni suficiente personal capacitado, como producto de que no se adopta medidas para mejorar realmente la calidad educativa en el país.