Parte II
Bolivia necesita una economía de servicios, sobre la base del turismo y la agroindustria y utilizar las inmensas ventajas estratégicas con las que cuenta (el litio y su industrialización es nuestra superioridad económica). Debemos liberar nuestra economía, el comercio con amigos estratégicos, con nuestros enemigos, con todos, es nuestra salvación, así lograremos la recuperación económica de Bolivia, generando las condiciones para tener poder económico y mejorar nuestra capacidad de negociación en cuanto a nuestras relaciones económicas.
Es hora de un tiempo de ajuste en la administración pública. Bolivia es un país anclado en el pasado, en cuanto a su administración pública. Aquí existe una administración pública mal intencionada, es un arte ignorado por los servidores públicos del Estado Plurinacional, son demasiado orgullosos del poder que detentan o están muy ocupados en sus intereses particulares, mediante el enriquecimiento ilícito, siendo excesivamente indiferentes ante el bienestar de la mayoría de los bolivianos. En un estado de cosas semejante, con un partido político hegemónico en el poder, actuando con autoritarismo, arbitrariedad y abuso de poder y buscando cada funcionario público mantenerse en su cargo, resulta de esto una multitud cotidiana de pequeños abusos y vejaciones, que son causa del malestar y de las quejas enteramente justas de los ciudadanos contra el gobierno y contra el régimen dictatorial que gobierna Bolivia.
En Bolivia, con el paso del tiempo, la corrupción aumentó, los altos capos masistas de la administración pública, en diferentes niveles, en ministerios, gobernaciones y municipios, se están embolsillando, en plena crisis económica, millones de bolivianos, teniendo como resultado servicios públicos de mala calidad, que no dan solución a las demandas insatisfechas de la gente (alimentos, vivienda y servicios básicos, salud, educación y seguridad ciudadana). El gobierno gasta 80 de cada Bs 100 que circula en Bolivia, las empresas públicas, fracasan por la excesiva burocracia y corrupción. La inflación aumenta cada día y los ingresos pierden valor adquisitivo. Todo es improvisación en cuanto al diseño, implementación y evaluación de políticas públicas y programas gubernamentales.
Como conclusión, está clarísimo, los mayores males en Bolivia son la burocracia y la corrupción, gasto publico innecesario y siento decirles esto, pero es un modelo de administración pública podrido, no funciona, es sistémico, maligno y es nacional. Igual que el cáncer, es una enfermedad que hay que combatir con meritocracia, modernización administrativa, con una nueva gestión pública original, con gobierno digital, para de una vez por todas extirpar estos tumores malignos de la administración pública. Queremos funcionarios públicos que desde la cabeza, que es el presidente, hasta el último servidor público, ejerzan su cargo con la dignidad y ética que demanda la confianza del gobierno y la población boliviana. Deben ser hostiles ante todo privilegio y ante todo aquello que obstaculice una administración bien intencionada. Por eso gobernar es dirigir, ordenar, supervisar y administrar los recursos públicos con eficiencia y eficacia. Los mejores deben hacerse cargo de la conducción del Estado, hasta que no aprendamos eso, la realidad de Bolivia seguirá siendo la misma.
Jhonny Vargas es Politólogo y Docente de Postgrado.