domingo, diciembre 22, 2024
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Aún es tiempo para reflexionar

“El pueblo unido, jamás será vencido”, fue la divisa para doblegar a la dictadura. Eran los tiempos heroicos de antes de l982. Recordemos que la lucha emprendida en esos días, no buscaba solamente la restitución de la democracia, sino, básicamente, el respeto a los Derechos Humanos. La erradicación de toda tortura física y psicológica. Excesos que se cometía a menudo. Bolivia, en consecuencia, debería constituirse en paradigma del sistema democrático. En honor de todos quienes han caído, por la recuperación de la libertad, acá y en Latinoamérica. Las nuevas generaciones deberían reflexionar acerca de estos hitos históricos. No se trata de homenajear a impostores, sino a verdaderos demócratas. Todavía caminan algunos, como testimonios, de carne y hueso, de ese entonces.
Bolivia necesita estabilidad política, en democracia, para ser atractiva, ante el mundo. Para atraer e inyectar confianza y seguridad a la inversión privada. Para encarar el desarrollo sostenido, con empleo digno y bien remunerado. Las peleas cotidianas, en medio de ciertas manifestaciones autoritarias, no hicieron otra cosa que parangonarnos con algunos países donde la barbarie campea. Donde las libertades fueron restringidas y el hambre se agudiza día que pasa. No deberíamos llegar a tales extremos. Aún es tiempo para reflexionar.
Parece que los bolivianos no hemos superado los prejuicios políticos del pasado mediato e inmediato. Hemos incurrido en los mismos, desafortunadamente, cuando el país requería la convivencia pacífica, con entendimiento y unidad nacional. La confrontación llegó, inclusive, a ignorar el derecho a la vida. Este hecho llamó la atención de la comunidad internacional, que reiteró su preocupación haciendo hincapié en el respeto a los Derechos Humanos. Un puntillazo que empañó la imagen de nuestra democracia.
El cambio que reclama Bolivia, en el tema político, aún se hace esperar. No llegará pronto, ciertamente. Es que todavía no hay madurez, para pensar primero en Dios, luego en la Patria y después en el hogar. Se hace política, “a lo que te criaste”. A tientas, dando golpes a diestra y siniestra, a propios y extraños. Es un mero dicho aquello de que hubo cambio o que se haya humanizado dicho quehacer. Prueba de ello es la pelea feroz e inhumana por imponer designios políticos.
Los actores políticos se han desgastado por la negligencia, el despropósito e intereses particulares, durante estos 39 años de vida democrática. Han perdido credibilidad, porque manejaron el doble discurso. Dentro del país decían una cosa y afuera sostenían otra versión, por sometimiento a los dictados de fuerzas externas. Porque practicaron el culto a gobernantes que conculcaron los Derechos Humanos, el derecho a la vida, en particular. Porque persiguieron y encarcelaron, vulnerando los principios democráticos, a quienes pensaban diferente. Porque asumieron acciones autoritarias, de amedrentamiento y persecución. Aspectos que se inscriben, debidamente, en la memoria histórica.
En suma: lo importante es que haya respeto a los Derechos Humanos, como un signo de convivencia civilizada en democracia. Lo contrario sería autoritarismo o fuerza devastadora.

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