viernes, enero 31, 2025
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Pesimismo para elegir magistrados

Un notorio pesimismo circula en el ambiente ciudadano con motivo de las elecciones judiciales de mañana, lo cual hace presagiar que ese evento no dará los resultados que se esperaba. Y es que los altos magistrados del Poder Judicial serán elegidos por voto popular, a pesar de que este sistema fracasó en dos oportunidades anteriores, cuando hubo una mayoría de votos blancos y nulos.
Ese bajo optimismo es producto de un cúmulo de hechos y no solo de las dificultades que generalmente ocurren en esta clase de acontecimientos políticos. Esos problemas que están a la vista de la ciudadanía han determinado que en la opinión pública surjan tendencias que se oponen a esa forma de elegir a los magistrados. Reiteramos que dichas elecciones mediante votación de la población, ya han significado fracasos ostensibles y críticas acerbas de sectores de profesionales, académicos e inclusive de organismos partidarios.
En primer lugar, este método de escoger magistrados se encuentra establecido en la misma Constitución Política vigente, previa preselección de candidatos en la Asamblea Legislativa, la cual en esta gestión ha sido causa de numerosas críticas, por fallas conocidas y ciertos favoritismos. En consecuencia, la ciudadanía en realidad es sometida a elegir a postulantes que no conoce de manera exhaustiva.
Pero las críticas más contundentes contra las elecciones judiciales mediante voto popular no solo tuvieron ese origen, sino que, ya habían resultado un fracaso anteriormente, lo que fue reconocido inclusive por sus mismos autores. En efecto, la práctica demostró que elegir magistrados por voto de la población carecía de seriedad e inclusive de sentido común, por lo que para la opinión pública repetir el error, ahora tres veces, sería incurrir en insensatez.
Además de esos aspectos intrincados, la aprobación de la fecha de las elecciones fue motivo de casi dos años de debates parlamentarios, preselección de candidatos, aprobación de procedimientos, en medio de grandes trifulcas entre asambleístas y contradicciones en el Órgano Electoral y el Tribunal Constitucional, todo lo que alteró ese proceso. Por ello se llega al extremo de que ahora la mayoría de la población no sabe cómo votar.
Todavía más, los votantes se encontraron con obstáculos casi insalvables, como escoger sin dificultad a los candidatos a magistrados en las papeletas de votación, ya que casi todos ellos no son muy conocidos por su trayectoria profesional y muchos no pudieron hacer campañas para que sea favorecida su elección.
Finalmente, los ciudadanos se encontraron con que los candidatos ya habían sido elegidos por comisiones anteriores, es decir que otras personas ya habían preelegido a los futuros magistrados. En consecuencia, en un evento que implica un considerable gasto, los votantes se muestran pesimistas en cuanto a que serán elegidos los mejores para que ocupen altos cargos en la magistratura y, por fin, la administración de justicia deje de mostrar deterioro extremo, que perjudica a miles de litigantes.

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