Bolivia cierra un año económicamente complejo con preocupaciones notorias por la inflación y el desempleo, así como con incertidumbre sobre lo que pasará el 2025, frente a la priorización de la política antes que la economía por parte del Gobierno, de acuerdo con la percepción de economistas y encuestas.
Economistas, de la talla de Gonzalo Chávez, Gabriel Espinoza, así como de Fernando Romero, en reiteradas oportunidades, por separado, sugirieron al gobierno reconocer la crisis y bajar el gasto público para enfrentar la caída de los ingresos por la baja producción de gas y la pérdida del mercado argentino.
También plantearon soluciones estructurales y no simplemente parches como la aplicación de arancel cero para la importación de productos (harina, maíz y trigo).
Las proyecciones económicas indican que Bolivia cierra con una inflación por encima del 10%, un crecimiento que no pasará del 2%, un déficit fiscal por encima también del 10% y una ejecución de un poco más del 50% de la inversión pública.
Además, de un tipo de cambio paralelo de 12 bolivianos por dólar y un oficial sólo para las estadísticas, pues la divisa, al cambio fijado por el Gobierno, escasea en el mercado nacional, por ello acuden al más caro.
A ello se suma el nuevo Presupuesto General del Estado (PGE) 2025, que aumenta el gasto corriente, que apunta a endeudar más a los bolivianos, burocratizar los trámites, así como incrementar empresas públicas deficitarias.
Asimismo, se observa que Bolivia cerrará con un déficit comercial, debido a las trabas impuestas a las ventas hacia el exterior, así como por la caída de la venta de gas natural a mercados vecinos.
A eso se debe sumar las acciones policíacas que realizan las autoridades del gobierno ante la mala administración estatal, que provocó especulación por el control de precios y decomiso de la mercadería de los comerciantes.
El gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, identificó la poca acción que realiza el Gobierno contra el ocultamiento, especulación, contrabando y agio, que han provocado la escasez de aceite en el mercado nacional a pesar de la provisión que realizan los productores.
El problema también obedece al diferencial del precio, que está congelado desde 2008 en 11 bolivianos, mientras el valor en los mercados vecinos es mayor, por lo que es más atractivo exportarlo, reflexionó.
Encuesta
Bolivia cierra un año económicamente complejo con preocupaciones notorias por la inflación y el desempleo. Sin embargo, el incremento de precios mostró una desaceleración en noviembre (77%), la mayoría de los bolivianos todavía prevé que los valores de los productos suban durante el siguiente año, especialmente el costo de los alimentos (75%), los servicios básicos y el resto de compras domésticas (ambos 71%), según el estudio de Ipsos Ciesmori, publicado en el Marketing Insights Compendium (MIC), informe derivado del Tracker de Marketing, un estudio sistemático realizado mensualmente en las cuatro ciudades del Eje Troncal del país.
Cabe destacar que el MIC se constituye en la herramienta de seguimiento de las percepciones y comportamiento de los consumidores de mayor precisión del país.
Los economistas coinciden, por separado, que ante la crisis económica y el alza del costo de vida, los bolivianos empezaron a priorizar sus compras y destacan los alimentos y medicinas, mientras relegan los gastos en diversión o salidas a la calle.
Esa situación se observa con la queja de los gastronómicos, que indicaron que las ventas bajaron considerablemente, pero también los comerciantes señalaron que se registra una caída en sus ingresos.
Escasez
La empresa encuestadora señala que la escasez de gasolina y diésel que se registró, entre octubre y noviembre, dejó en los bolivianos la sensación de que sus gastos en carburantes tenderán a subir en la próxima gestión.
En abril, menos de la mitad (49%) esperaba gastar más en combustible; esta percepción incrementó 12 puntos porcentuales en noviembre (61%), por lo que, 6 de cada 10 encuestados prevén aumentos en lo que pagan por combustible.
Ese pronóstico se da en un contexto en que el Gobierno anunció que privados podrán importar carburantes al país para su comercialización, pero con precios más altos que los subvencionados por el Estado.
Por otra parte, una importante proporción de entrevistados ve con poco optimismo la estabilidad laboral en el país, 8 de cada 10 consultados (81%) creen que el número de personas desempleadas en el país incrementará el próximo año.
Esa postura muestra una tendencia creciente sostenida desde abril de 2023, cuando se registró un 66%. En 2025, año electoral, la inflación y el desempleo serán, sin duda, temas fundamentales que exigirán al Gobierno soluciones urgentes y sostenibles a largo plazo.
Organismos internacionales, así como analistas económicos indicaron que la economía informal alcanza 80%, en donde el trabajo no cumple con los estándares sociales, como seguro de corto y largo plazo, un salario remunerable acorde al empleo que desempeña.
Recientemente, un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ubica a Bolivia dentro los países con trabajadores “mal pagados”.
Bolivia ocupa el 3er lugar a nivel Sudamérica y el 4to en Latinoamérica con más “trabajadores mal pagados”, revela el estudio de la OIT. Es decir, “de cada 100 trabajadores aproximadamente 21 perciben un ingreso menor al 50% del salario básico nacional, que actualmente es de 2.500 bolivianos”, sostiene Romero en base al documento de la OIT, en su Informe Mundial sobre Salarios 2024-25: ¿Está disminuyendo la desigualdad salarial a nivel mundial?
En cambio, solo el 8,8% de los “trabajadores asalariados” son considerados como mal pagados, sin embargo, en los “trabajadores no asalariados” el 29,7% son los que tienen serias dificultades para cubrir sus necesidades básicas, detalla.
Temas claves
Pese a la desaceleración, la inflación sigue siendo alta. En Bolivia, el 77% de los encuestados creen que la inflación aumentará en el próximo año, lo que contrasta con el promedio global del 65%.
“Eso indica que la preocupación por la inflación es significativamente mayor en Bolivia, superando el promedio global por 12 puntos porcentuales”, señala el documento de Ipsos.
En cuanto a la percepción de la calidad de vida que mejora en el mundo, pero no en Bolivia, el estudio indica que en el país es notablemente negativa. Un 43% de los encuestados bolivianos creen que su calidad de vida disminuirá, en comparación con el 23% del promedio global. Esta percepción negativa en Bolivia es casi el doble que la media global.
Sobre las dificultades económicas que se asientan en los países de Latinoamérica (Latam), más de la mitad de los encuestados en Bolivia encuentran muy difícil manejar sus finanzas, mientras que el promedio global es del 28%. Este promedio es superior en todos los países de Latam, con mayor notoriedad en Argentina (57%) y Bolivia (53%), refleja el documento.
Las políticas gubernamentales son vistas como un factor clave en el aumento del costo de vida, es decir que las decisiones de las autoridades de Gobierno provocaron la crisis y el alza de los precios de los alimentos.
El 72% de los encuestados bolivianos creen que las políticas del gobierno contribuyen al aumento del costo de vida, ligeramente superior al 69% del promedio global. Aunque la diferencia es pequeña, indica una percepción alineada con la media global.
“Se espera un aumento en los costos de alimentos y servicios públicos”, señala la empresa que realizó la encuesta al indicar que el 75% de los encuestados bolivianos esperan que el costo de los alimentos aumente, y el 71% esperan que los servicios públicos suban su valor.
Esas expectativas están en línea con las tendencias globales, donde el 72% espera un aumento en el costo de los alimentos y el 71% en los servicios públicos.
A pesar de que en Bolivia el valor de los servicios públicos está congelado, pero los usuarios de agua o luz, han denunciado que disimuladamente las facturas llegan con un leve incremento, mientras las entidades que fiscalizan a las empresas estatales argumentan que cada año se actualizan los precios.