Queridos lectores, recibiendo la hermosa Navidad, tiempo de compartir, reunirnos nuevamente con los seres queridos y recordar a los que en este año nos dejaron, compartamos la receta que traigo para ustedes el día de hoy y deseo a todos ustedes, ávidos sapientes de las recetas que aquí se publican, bienaventuranzas, salud, deliciosas conversaciones, refrescantes abrazos y no olviden que la comida une a las personas.
La Navidad, cuyo nombre deriva del latín nativitas, que significa «nacimiento», es una celebración que ha trascendido los siglos como un símbolo de unión, esperanza y alegría. Desde sus raíces en la cristiandad, esta festividad ha incorporado tradiciones de diversas culturas, creando un mosaico que se renueva con el tiempo. Entre estos ritos destaca un sencillo pero profundo acto: tomar una taza de chocolate caliente, una costumbre que encierra siglos de historia y evolución.
El chocolate caliente encuentra sus primeras raíces en las antiguas civilizaciones mesoamericanas. Los mayas y aztecas consideraban el cacao como un regalo de los dioses, preparándolo como una bebida espesa y amarga, a menudo mezclada con agua, chile y especias. Este elixir ceremonial, llamado xocoatl, era símbolo de poder y veneración, reservado para los nobles, guerreros y los rituales más importantes.
Con la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, el cacao fue llevado a Europa, donde rápidamente ganó popularidad. Aquí, el xocoatl se transformó, al añadírsele azúcar, canela y leche, evolucionando hacia una bebida más dulce y cremosa, ideal para los climas fríos. Pronto, el chocolate en taza se convirtió en un lujo codiciado en las cortes europeas, asociado con el placer y la sofisticación.
No fue sino hasta los siglos posteriores que, el chocolate caliente dejó de ser un privilegio exclusivo de las élites para volverse un deleite popular. La llegada de la Revolución Industrial trajo consigo nuevas formas de procesar el cacao, facilitando su acceso a las familias trabajadoras. En este contexto, el chocolate en taza comenzó a integrarse en las celebraciones navideñas, gracias a su capacidad de evocar calidez y consuelo durante el invierno.
Hoy, queridos lectores, el chocolate caliente es un símbolo de la Navidad en todo el mundo. Ya sea servido en su forma más tradicional, con un espesor que invita a la lentitud, o en versiones contemporáneas con nubes de malvavisco y especias exóticas, cada taza cuenta una historia. Este ritual, a menudo acompañado de villancicos y reuniones familiares, se ha convertido en un abrazo líquido que conecta generaciones y culturas.
¡Disfruten, deleiten y compartan!
TRADICIONAL CHOCOLATE CALIENTE NAVIDEÑO
Ingredientes:
1 litro de leche entera (puede sustituirla por leche vegetal si lo prefiere)
150 gr de chocolate oscuro de buena calidad (mínimo 70% cacao)
2 cucharadas de azúcar (ajuste al gusto, o sustituya por miel)
1 rama de canela
1 cucharilla de esencia de vainilla
1 pizca de sal
Opcional: crema batida, malvaviscos, o una pizca de nuez moscada para decorar
Preparación:
En un bowl mediano, calentar la leche a fuego medio. Agregar la rama de canela y la pizca de sal. Dejar que la leche se caliente sin llegar a hervir, para que la canela infunda su sabor.
Mientras la leche se calienta, trocear el chocolate oscuro. Una vez que la leche esté caliente, retirar la rama de canela e incorporar los trozos de chocolate, removiendo constantemente con una cuchara de madera o un batidor de mano hasta que se derrita por completo.
Agregar el azúcar y la esencia de vainilla. Ajustar el dulzor según su preferencia, mezclando bien para que se integre.
Espesar (opcional):
Si prefiere un chocolate más espeso, puede diluir una cucharada de maicena en un poco de agua fría y añadirla a la mezcla, removiendo constantemente hasta que alcance la consistencia deseada.
Servir:
Retirar la cacerola del fuego y servir el chocolate caliente en tazas navideñas.
Decorar:
Completar su chocolate caliente con crema batida, malvaviscos, o una pizca de nuez moscada o canela en polvo.
Nota: Para un toque especial, puede añadir un chorrito de licor como amaretto o ron para los adultos, o acompañarlo con una rodaja de pan dulce o buñuelos recién hechos.
¡Disfruten de esta deliciosa bebida mientras comparten momentos inolvidables con sus seres amados!
Queridos lectores hasta la próxima cucharada de sabiduría gastronómica y no olviden que:
“La gastronomía hecha con amor, física, química y biológicamente sabe mejor”
Chef Franz R. Arandia Belmonte
Gastrónomo Profesional e Investigador Gastronómico
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