La humanidad celebra en este día el acontecimiento más importante de su historia: el nacimiento del hombre que cambió el destino de la humanidad en forma tan profunda. Significa el cambio espiritual, con la enseñanza para evitar el mal y practicar la virtud del amor. Ningún otro hecho ha podido superar, en dos mil años de existencia, esa trascendencia para los seres humanos. La gran transformación que se produjo desde ese nacimiento en Belén, cambió la mentalidad de hombres y mujeres, porque de la violencia instintiva se pasó a tener como práctica diaria, valores como la bondad, la tolerancia y el respeto mutuo.
En la historia humana hay muchos sucesos de importancia, pero ninguno pudo igualarse con el nacimiento de Jesús, quien, a lo largo de su vida, ha predicado la doctrina del amor, en sustitución de rencores y pasiones por instinto primitivo. La prueba específica de ese profundo cambio de vida de la humanidad se encuentra en la diferencia que existe entre el Antiguo Testamento, que gira, principalmente, alrededor de la violencia, y el Nuevo Testamento, que se basa íntegramente en el amor entre seres humanos. Es más, esa prédica no quedó como teoría, sino que se convirtió en práctica social y hasta hoy se ha extendido por todo el mundo.
Por los valores humanos y los principios enunciados por Jesús, la fecha del 25 de diciembre es objeto de celebración en gran cantidad de países, con actos religiosos y familiares, particularmente. A pesar de esas enseñanzas dadas por el Redentor de la Humanidad, hoy la Navidad, en algunos casos, no se la recuerda como generadora de un importante cambio histórico, sino que algunos se dedican al consumismo y festejos insustanciales, con el afán de hacer suntuosos regalos o preparar comidas opíparas y, por tanto, olvidan lo principal, que significa el cambio espiritual con el nacimiento del hijo de Dios.
Es necesario recuperar el verdadero sentido de la Navidad, que más que una festividad destinada a actividades comerciales, debería ser motivo para el regocijo del espíritu y fiesta familiar, a fin de conseguir unidad, con armonía y paz. También es tiempo propicio para pedir las bendiciones de Dios y Jesús que llegó al mundo para salvar a todas las generaciones. Navidad implica, en consecuencia, búsqueda de encuentro, paz y amor e imploraciones para que desaparezcan en el mundo los males que agobian a la humanidad.
En ese sentido, en esta celebración se debe tomar en cuenta, principalmente, que el nacimiento de Jesús, es digno de homenaje y motivo para dar preferencia a valores como la paz, la bondad, la fraternidad y muchos otros que pueden unir verdaderamente a los humanos. En este día, ¡felicidades para todos!
Navidad, fiesta de luz y esperanza
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