La crisis económica pretende acabar con las expectativas de bienestar social de la población boliviana. La escasez y elevación de precios de alimentos ha deteriorado en gran medida la canasta familiar. Ha profundizado la incertidumbre y la desesperación. Personas de escasos recursos se dan modos para sobrevivir. Hasta fueron reprimidas por haber protestado contra los altos costos de los productos de primera necesidad.
Los políticos posiblemente ajenos a esta realidad, han emprendido la carrera electoral. Se han desplazado por diferentes puntos del país. El propósito es sumar adeptos con miras a las elecciones del próximo año. Buscan conectarse con el hombre común. No escatimaron en distribuir abrazos y besos, tratando de despertar la simpatía ciudadana. Obviamente con una marcada actitud electoral. Algunos gozan de renta vitalicia de por vida, como exdignatarios de Estado. Pero aún practican política, a la cabeza de importantes proyectos. Otros ejercen cargos públicos, que les han permitido enriquecerse.
Pero hasta el momento no han dado a conocer propuestas serias, tendentes a salir de la crisis económica heredada de los gobiernos de turno. Parece que nadie con hidalguía aborda el asunto y sugiere posibles salidas a corto o mediano plazo. Solo se limitaron a lanzarse adjetivos e insultos, empañando la praxis democrática.
La derecha, dijeron, ha saqueado al Estado. Pero no olvidemos que la izquierda ha despilfarrado los recursos en una época de bonanza económica. Incluso incurrió en actos de corrupción. La derecha hizo posible el auge gasífero, pero la izquierda lo echó a la borda. El resultado es la crisis económica que genera pobreza y miseria. Acá no se trata de izquierda ni derecha, sino de mitigar el hambre de la población. Con discursos no se satisface el estómago, sino con hechos objetivos y palpables.
Algunos políticos creen que son el epicentro de la unidad. Piensan que los bolivianos sin prejuicio de razas, de tendencias ideológicas y credos religiosos, deberían sumarse en torno a su figura y discurso. Otros pregonan y actúan en busca de aquel objetivo de interés nacional, pero tropiezan con serios escollos en el camino. Es difícil construir unidad, en medio de intereses particulares. Cuando el egocentrismo se antepone a la humildad. Y el triunfalismo provoca la irracionalidad. Pero deberían preocuparse por diseñar proyectos y estrategias que aporten al crecimiento del país, con bienestar social, de cara al futuro. Y no enfrascarse en la confrontación inútil. Lo más urgente es procurar estabilidad de precios de alimentos de la canasta familiar. Generar empleo digno y seguro. Devolver el poder adquisitivo a sueldos y salarios. Ofrecer mayores oportunidades a la gente joven. Preservar la seguridad jurídica.
En suma: construyamos país despojándonos de intereses particulares. Tratando de legar algo prometedor a quienes nos reemplazarán. Con una verdadera y real integración de orientales y occidentales, en aras de la unidad y el entendimiento nacional.
En campaña electoral
Severo Cruz Selaez
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