El maestro Constantino Lozada falleció el pasado jueves, pero dejó de legado su gran aporte a la cultura y la niñez boliviana.
El reconocido actor, que dio vida al Abuelito tino, el entrañable personaje que inauguró las emisiones de Canal 7 Televisión Boliviana el 30 de agosto de 1969, y a Johnny Tycons, murió a los 91 años de edad, luego de una larga trayectoria en la tele, radio y teatro.
Tino Lozada nació en La Paz el 11 de junio 1933. Ingresó en 1940 al Colegio Santa Ana, que en esa época era mixto, donde se destacó en el arte de la declamación. Luego pasó a la Escuela México y gracias a su maestro aprendió a fabricar muñecos de papel. Fueron los años decisivos que marcaron su inclinación a este género. En 1954 empezó su carrera como actor e interpretó diferentes papeles bajo la dirección del Padre del Teatro Boliviano, Carlos Cervantes. Años después fundó la “Familia Pérez” junto a sobresalientes artistas, y se destacó en el teatro nacional con su inolvidable personaje Johnny Tycons. Radio Illimani le abrió sus puertas en 1965. En esas circunstancias nace el personaje El Abuelito Tino, con un programa de narración de cuentos infantiles que se convierte en el referente de los niños. Posteriormente trabajó en radios Armonía, La Paz, Amauta, Universo y Continental; todas ellas quieren contar en su programación con el Abuelito Tino. En 1969, año de fundación de la TV en Bolivia, fue invitado a participar de la programación de Canal 7 y allí nació la caracterización y concepción del Abuelito. A diferencia de la radio, debió mostrarse ante las pantallas, por lo que surge la idea de la barba, el bastón (obsequio de su padre) unos pequeños anteojos, la pipa, un traje oscuro y un maquillaje adecuado, y es así como se consolidó el famoso personaje.
Tino Lozada jamás se cansó de destacar el aporte del Abuelito Tino a la televisión nacional y el apoyo que brindó a la niñez talentosa del país.
“He dejado cultura, por eso me encuentro muy satisfecho, la televisión me ha dado popularidad, amor y el cariño de los niños, que ahora ya son papás o abuelos”, afirmaba a La Guía del periódico EL DIARIO
El destacado actor, quien llevó a miles de niños de la mano de la ternura del Abuelito Tino y transmitió toda la sabiduría que brotaban de sus palabras, contó: “De mi programa han surgido grandes personalidades, como César Galindo, él por ejemplo se presentó en el programa a sus tres años; John Arandia, las hermanas Ponce (Sonia y Norma) que ahora son de la orquesta Chévere, MIlenka Peña que está lejos, es productora en Chicago (EEUU) y mucha más gente que ha participado cuando la televisión era en blanco y negro en canal 7, y ahora ya son grandes profesionales. Tengo esa satisfacción”.
“El Abuelito Tino era un personaje tierno y más familiar, a quien los niños le hacían caso porque era palabra mayor en pantallas para educarlos y formarlos”, resaltó.
Respecto a las ocurrencias de Johnny Tycons, Lozada dijo: “Este personaje me ha dado la alegría y satisfacción de llevarlo al teatro, fue la representación del pueblo. Antes se llamaba Juan Ticona, luego Johnny Ticona, ya superándose, ¿no?, y al final se quedó con Johnny Tycons, un personaje que hacía reír y dejaba mensajes en todas sus comedias de teatro”.
“Johnny Ticona fue un personaje creado por mí, atrevido por momentos, pero siempre respetuoso y que hablaba con propiedad, quien poco a poco fue cambiando, modernizándose, hasta llegar a ser Johnny Tycons. Este personaje ha tenido mucho éxito haciendo las parodias de Michael Jackson, Vicente Fernández y otros cantantes”, evocó.
LIBRO AUTOBIOGRÁFICO
Tino Lozada publicó a finales del año 2023 su autografía en el libro “Que Dios me agarre confesado”. Memorias del abuelito Tino y las correrías de Johnny Tycons, en el que precisa pormenores de su vida artística, y del que continuación presentamos un extracto.
“A inicios de los años 60 inicié mi programa “El Abuelito Tino”, en Radio Altiplano. Yo no había cumplido aún ni mis 30 años de edad, y pese a mi juventud, la idea de encarnar a un abuelo empeñado en educar amorosamente a sus nietos, era una idea que no me dejaba dormir. Había creado ese personaje porque nuestros abuelos han sido siempre, o al menos en mis tiempos, los verdaderos jefes de la familia, la guía en nuestras vidas, enseñándonos los valores de honestidad y de respeto a nuestros mayores, contándonos cuentos de hadas y sus propias historias vividas; y porque además ese niño travieso y soñador que jugaba en las calles y los parques de Miraflores, seguía jugando en mí. Ese nexo de vida entre los abuelos y los niños, era fundamental en ese momento de mi creación artística.
Pesaba también en mi decisión, el hecho de que ya a mis 12 años incursioné en el radioteatro infantil. La caracterización del personaje no era definitiva aún. A decir verdad, el Abuelito Tino era nada más que una voz de radioteatro, la voz de un ancianito sabio y bonachón que yo fingía para dirigirme especialmente a una audiencia infantil con mensajes educativos y de sano entretenimiento, además promoviendo los diversos talentos de los niños que habitan en nuestra Patria.
Gracias a mi experiencia con los títeres, yo había desarrollado la capacidad de imitar distintos tipos de voces, entre ellas la de un abuelito, y así surgió la voz del Abuelito Tino. Hasta que llegó un día en que me vi obligado a darle cuerpo y presencia viva a ese buen viejito, más allá de la simple voz oculta detrás de un micrófono radial; la televisión era algo que todavía no estaba en mis planes (…). En Radio Altiplano, había caracterizado al abuelito con una simple barba postiza negra, unos lentes de aumento y un sombrero negro, ya que el programa tenía una audiencia infantil en vivo, con niños convocados para concursos y premiaciones, lo cual me obligaba a presentarme como un auténtico viejito.
Mientras trabajaba en Radio Altiplano presentando aquel programa infantil, en el año 1969 me contrataron para inaugurar la televisión en Bolivia, Canal 7 de Televisión Boliviana, la primera estación televisiva en el país (…). Fue para mí una gran responsabilidad, pues mi personaje del Abuelito Tino tenía que presentarse por primera vez en público y frente a cámaras; para ello me hice tejer una barba en cabello natural, me puse unos lentes pequeños, una cachimba que caracterizaba a los abuelos de la época y la tradicional gorrita a cuadros, además de un fino bastón que me obsequió mi señor padre.
Fue así que tuve el privilegio de que el Abuelito Tino fuera el primer programa que rompe la pantalla en Bolivia un día 30 de agosto de 1969, emitiéndose en horario nocturno estelar, a las ocho de la noche. El programa era dominical, previamente grabado, y se reprisaba durante la semana”.