Luego de una serie de avances en criptografía, iniciada en 1983 con el sistema criptográfico monetario denominado eCahs, creado por David Chaum, en 1998 surgió la idea de criptomoneda descrita por primera vez por Wei Dai y, casi diez años después, en el año 2009, vio la luz el Bitcoin desarrollado por Satoshi Nakamoto, primera criptomoneda y hasta ahora la más famosa. Desde entonces a la fecha se han desarrollado más de 5.700 diferentes criptomonedas, basadas en los principios introducidos por Nakamoto.
Sin duda la idea de un sistema monetario digital descentralizada de alcance mundial es una idea fascinante, no por ello está exenta de dificultades.
Las monedas descentralizadas no son desconocidas en el mundo, en realidad históricamente los primeros medios de pago creados por el hombre fueron descentralizados y recién a partir de 1944 en la conocida conferencia de Bretton Woods nació el sistema centralizado de monedas como lo conocemos actualmente. Por lo tanto, no es extraño que exista una natural tendencia a retornar los sistemas monetarios descentralizados y de contraparte surge una defensa férrea del centralismo monetario.
Entre las mayores críticas a las criptomonedas se encuentra el anonimato de las transacciones, pero si pensamos, esta cualidad es también propia del uso de monedas fiduciarias en efectivo. Entonces lo que subyace en esa crítica, en realidad es la pérdida de control de las transacciones económicas por parte de los gobiernos.
En Bolivia el uso de criptomonedas estuvo prohibido entre diciembre de 2020 y julio de 2024 en aras de la protección a la población contra riesgos, fraudes, arrogada por el BCB y esa prohibición fue levantada en medio de la crisis de escases de dólares en el país, con la esperanza que el uso de estas monedas digitales amainen la demanda de dólares en el país, quizá con la esperanza de que las personas hagan transacciones en criptomonedas en lugar de hacerlas en dólares ya que fracasó el intento previo de intentar que Bolivia trance en yuanes.
El efecto de la despenalización del uso de criptomonedas en el país fue la creación de un mercado paralelo de dólares, o dicho de una manera más técnica, un sistema de devaluación automática.
Gracias a la apertura de Bolivia a los criptoactivos, el tipo de cambio pasó de ser fijo a ser variable y gracias a la tecnología se puede tener una cotización inmediata que fluctúa en función de la oferta y demanda de dólares, todo eso sin quitar de las pizarras el emblemático 6,96.
Usar criptomonedas para realizar pagos en dólares teniendo bolivianos no es el único uso de estos sistemas monetarios, también existen opciones de inversión y trading que, por supuesto conlleva riesgo, más aún si se toman estas actividades como alternativas a un casino con la esperanza de ganar millones de manera inmediata, tentando a la suerte; pero si se lo hace con responsabilidad, vale decir con riesgo controlado puede ser una opción de inversión razonable.
Como en todos los negocios, la manera de reducir el riesgo es con conocimiento. Por lo tanto, si alguien se ve tentado a invertir en criptomonedas o más aún si busca hacer trading la recomendación es una sola, estudiar y mucho. Por otro lado, si solamente necesita hacer pagos en dólares al exterior, mentalícese que está frente a un tipo de cambio variable y aliste sus bolivianitos para pagar el precio de mercado por el dólar.