El Joe Biden boliviano, mejor conocido como Carlos Mesa, optó finalmente por retirarse de la carrera presidencial. La gran mayoría de opositores aplaudió la decisión de Mesa, afirmando que es un ejemplo a seguir y un hombre “excepcional”. La pregunta que debemos hacernos es: ¿realmente Mesa se retiró por amor a Bolivia y en beneficio de la unidad opositora o hay otra explicación detrás de dicha acción?
Pienso que Mesa se retiró simplemente porque no tenía otra opción. ¿Quién votaría por él o por su gente después de ver la ineptitud de Comunidad Ciudadana frente al MAS? Era imposible que pudiera salir victorioso dentro del pacto de unidad opositor. Su gestión como líder opositor fue nefasta y, para colmo, Comunidad Ciudadana (CC) nada pudo hacer frente al MAS, pese al panorama favorable. Solo es un “adorno” y cómplice de la destrucción del país.
Estos últimos años, Mesa, al igual que Biden, se fue debilitando tanto mental como físicamente; el desgaste y el cansancio de ambos personajes son evidentes. Para colmo, sufrió “múltiples traiciones” que reflejan su debilidad. Primero, una parte de los parlamentarios de CC decidió aliarse con Manfred Reyes Villa y servirle dentro de la Asamblea. De igual forma, muchos otros, por mero sentido común, decidieron alejarse de la alianza al ver su complicidad con el masismo. La peor “traición” la realizó el Frente Revolucionario de Izquierda (FRI), dejándolo sin sigla y, por ende, sin ningún instrumento político para poder presentarse en las elecciones. Sin el FRI, no existe CC, por lo que, si Mesa hubiera deseado presentarse en las elecciones, hubiera tenido que negociar con otra sigla política, algo complejo en estos días.
Estas traiciones muestran su pésimo y débil liderazgo, pero para los más supersticiosos, son el reflejo del karma. Mesa fue quien traicionó al MNR y a “Goni” en el año 2003, durante los conflictos de octubre y le entregó a Evo Morales el poder en “bandeja de oro”. El FRI y sus legisladores le pagaron con la misma moneda, sepultando su bochornosa carrera política.
A diferencia de 2019, y ya sin el efecto positivo que causó su participación en la causa marítima, Mesa ya no cuenta con el apoyo popular. La gran parte de la gente “no quiere verlo ni en pintura”. Es sinónimo de incapacidad y decepción. La gente que votó por él se siente desencantada, frustrada y profundamente desalentada. Muchos lo veían como el que finalmente iba a derrotar al MAS en las urnas y acabaría con el modelo socialista (irónico, porque Mesa es un izquierdista light, socialista europeo). Sin embargo, terminó siendo cómplice del MAS y la cara del peor proyecto de oposición de los últimos 20 años.
Con todo este panorama adverso en su contra, Mesa tuvo que renunciar. No podemos hablar de una acción guiada por amor a la patria. Al igual que Biden, terminó tan desgastado que la única salida coherente era desistir de ser candidato. En el caso del expresidente de Estados Unidos, fue la cúpula tradicional demócrata y los grandes donantes quienes lo obligaron a renunciar. Mientras que Mesa, al ver sus pocas probabilidades de ganar, sin instrumento político y sin fuerza de voluntad, terminó haciendo lo que mejor sabe: renunciar.
Para mí, ni siquiera debieron haberlo incluido en el pacto de unidad opositor. Nada tiene que aportar y la gente de CC no suma, resta y perjudica a Bolivia. Un pacto político (si está bien ideado) debe ser hecho entre grupos que tengan algo que aportar y tengan ideas y directrices similares, algo de lo que carece este acuerdo opositor.
La retirada de Carlos Mesa, en mi opinión, ni siquiera debería celebrarse; era algo evidente. Lo que sí espero es que todos los “mesistas” y la gente de CC den un paso al costado y se retiren de la política para siempre, como su “líder”, para hacerle un verdadero favor a la nación. Lo último que necesitamos en estos tiempos son cómplices del MAS con tendencias izquierdistas.
El adiós del Joe Biden boliviano
Fabian Freire
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