martes, febrero 11, 2025
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Evo Morales, principal político de derecha del país

Luis Antezana Ergueta

Los teóricos del régimen del Estado Plurinacional han recurrido a la táctica de decir que la oposición política de amplios sectores de la población boliviana es de “derecha” y que la política del gobierno del Estado Plurinacional y sus seguidores es de “izquierda”, tanto que los señalados con esos títulos han aceptado a ciegas esas definiciones.
Sin embargo, ese procedimiento es una falsedad, ya que toda regla tiene sus excepciones, comprobables. En primer lugar, la política general del MAS está contenida tanto en su práctica de gobierno, como en la Constitución Política vigente (también aceptada y defendida por la oposición oficialista).
En efecto, la orientación de esa Constitución está dirigida hacia el pasado y no hacia el futuro. Determina retroceder al primitivo sistema comunitario y no a la democracia económica. Es más, no solo está orientada a recular a la comunidad rural, sino a la gentilicia que se basaba en relaciones consanguíneas y aún más atrás. Entonces, para disimular, a esa fórmula ultra derechista, le han agregado que, sin pasar previamente por la etapa capitalista, se llegará al socialismo en un proceso de unos dos mil años. Esa política es populista. Y el MAS y sus jefes son eso: populistas confesos, ideología que fracasó tanto en la teoría como en la práctica, desde hace más de cien años.
Querer hacer retroceder el tiempo y ofrecer un paraíso de palabras implica, con toda propiedad, no solo ser de derecha, sino de ultra derecha. Otra manifestación de esa derecha es sacar al país de un colonialismo malo y someterlo a un colonialismo peor, es decir, “saltamos” de la sartén a las brasas. Así, la medicina resultó peor que la enfermedad.
Una persona política únicamente puede ser de izquierda o de derecha con relación a la realidad histórica de su propio país. A diferencia de los llamados “izquierdistas abstractos”, que sirven a cualquier clase de país, a intereses foráneos.
En el caso boliviano, la realidad histórica y no el deseo de los individuos define si un individuo es de una u otra de esas tendencias. En términos específicos, Bolivia ha salido recién de la condición feudal y está pasando al estadio democrático, pero el MAS quiere restaurar el feudalismo y hacer retroceder país hasta la comunidad. Por ello actúa como de derecha, por más que nos ofrezca soluciones utópicas. Tampoco puede ser considerado de izquierda, como el PIR de 1946 y el POR y el PCB y otros de 1964 que, a título de izquierda, tumbaron a gobiernos de orientación revolucionaria y devolvieron el poder a los más reaccionarios. Pero, a la vez, fueron sacados con violencia, pasado algún tiempo.
También, ahora, son de derecha y ultra derecha quienes se oponen al desarrollo económico del país, arrebatando a millones de campesinos indígenas el derecho de propiedad sobre sus parcelas (y quienes lo hicieron dicen que son sus “hermanos” y se califican como izquierdistas). Ese despojo ha sido establecido en la Constitución Política en vigencia, así como se anuló otros derechos económicos por los que lucharon los campesinos desde tiempos de Túpac Katari.
Por todo eso, desde Evo Morales hasta el último de sus partidarios no son de izquierda. Son derechistas a carta cabal. Y representan la prolongación de la contrarrevolución de 1964. Ni qué decir de esos pregoneros del “proceso de cambio”, del “instrumento político”, del “pluralismo” y otras abstracciones. Efectivamente, mientras el movimiento económico de Bolivia marcha en una dirección definida, el pensamiento de Evo marcha en dirección contraria, al que se agrega la presión de sus asesores, quienes tienen la misma práctica mental.
En resumen, los principios y valores de Morales, su tienda partidaria y sus asesores no solo son de derecha, sino de extrema derecha.

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