Por Susana Gutiérrez
Los alimentos crujientes son una delicia para muchos, pero ¿por qué resultan tan adictivos? La respuesta se encuentra en la combinación de factores psicológicos, fisiológicos y químicos que se activan cuando consumimos estos alimentos.
El nutricionista Alberto Oliveras menciona que hemos crecido con la idea de que el cerebro busca placer inmediato, pero lo que muchas veces no sabemos es que, en realidad, es un mecanismo de supervivencia. “Por norma general, los alimentos que son densos nutricionalmente hablando resultan muy atractivos para el cerebro, especialmente después de largos periodos de ayuno”.
El efecto crunchy hace referencia a una teoría que explica que, cuando prestamos atención al ruido que hacemos al masticar, nuestro cerebro recibe una señal de saciedad más rápida. Es decir, los alimentos crujientes pueden hacernos comer menos… pero solo si somos conscientes de ello, afirma el profesional.
La unión de la textura y el sabor
La crujiudez de los alimentos es solo una parte de su atractivo. La textura crujiente se combina con sabores intensos y atractivos, lo que crea una experiencia culinaria irresistible. Esto se debe a:
- Activación de los sentidos: La textura crujiente activa los sentidos del tacto y el oído, lo que aumenta la experiencia culinaria y la hace más memorable.
- Liberación de dopamina: El sabor intenso y la textura crujiente pueden liberar dopamina, un neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa.
La química detrás de la adicción
La adicción a los alimentos crujientes también se relaciona con la química del cerebro. La combinación de la textura crujiente y el sabor intenso puede:
- Activar el sistema de recompensa: La liberación de dopamina y otros neurotransmisores puede activar el sistema de recompensa del cerebro, lo que lleva a buscar más de la misma experiencia.
- Crear un ciclo de adicción: La búsqueda constante de la experiencia culinaria placentera puede crear un ciclo de adicción, donde el consumo de alimentos crujientes se convierte en un hábito difícil de romper.
La Psicología de la Adicción
La adicción a los alimentos crujientes también tiene componentes psicológicos. La búsqueda de la experiencia culinaria placentera puede estar relacionada con:
- Estrés y ansiedad: El consumo de alimentos crujientes puede ser una forma de aliviar el estrés y la ansiedad.
- Falta de satisfacción: La búsqueda constante de la experiencia culinaria placentera puede ser una señal de falta de satisfacción en otros aspectos de la vida.
Cómo controlar la ansiedad y tener control de la comida
«Lo principal es apostar por el mindful eating, que consiste en prestar atención plena a lo que estamos comiendo, sin distracciones», recomienda Alberto Oliveras.
Para no caer en el círculo vicioso
La buena noticia es que hay soluciones. “Lo principal es apostar por el mindful eating, que consiste en prestar atención plena a lo que estamos comiendo, sin distracciones», recomienda el nutricionista. Además, si sabemos que nos resulta imposible resistirnos a los snacks crujientes, podemos hacer mejores elecciones:
Sustituir las papas fritas por opciones menos calóricas como tortitas de maíz o rebanadas de pan crujiente.
Optar por frutas frescas o deshidratadas, que también tienen un toque crujiente sin el exceso de grasas.
Mantener un orden de comidas equilibrado durante el día para evitar el hambre extrema que nos lleva a estos impulsos.
«La clave está en no prohibirnos nada, sino aprender a hacer elecciones conscientes. Porque cuando sabes cómo funciona tu cuerpo, tienes el poder de tomar mejores decisiones», concluye el nutricionista.