Desde hace más de cinco años, desde este espacio editorial se estuvo insistiendo machaconamente en que, en vista de que la economía del país había pasado a depender en forma colonial de la exportación de materias primas y que, al mismo tiempo, todo el aparato productivo nacional no estaba funcionando, se preveía una catástrofe de grandes proporciones si no se tomaba de inmediato las medidas necesarias.
Sin embargo, las advertencias fueron recibidas con total indiferencia, mientras los hechos inevitablemente confirmaban los presagios. También se dijo desde la opinión pública que “Quien siembra vientos, cosecha tempestades”. Esas previsiones se cumplieron con el movimiento insurreccional de noviembre de 2019 y advino un nuevo gobierno que estaba obligado a solucionar la crisis. Empero, el gobierno de Jeanine Añez no enfrentó la situación como correspondía y más bien la agravó, al no hallar soluciones para graves problemas.
Con el gobierno de Luis Arce, algunos volvieron a tener esperanzas, pero todo fue inútil. La crisis económica que se originó con el agotamiento de las reservas de gas, aumentó por la política populista del MAS, es decir por hacer depender a Bolivia de las exportaciones de materias primas y paralizar el aparato productivo interno. Además, el gobierno de Arce se dedicó a hacer ofertas ilusorias, como la industrialización y, por otra parte, dio curso a la entrega de recursos naturales a empresas privadas de China, Rusia y de otras naciones neo imperialistas.
Intentando por fin a esa crisis que llegaba a nivel extremo, el gobierno del Estado Plurinacional decidió llamar a elecciones generales, como fórmula salvadora. Pero la propuesta no funcionó con efectividad, debido a cuestionables candidaturas, divisiones en partidos políticos, desorientación general, etc. Tales problemas son producto de erradas políticas iniciadas en 2006 por Evo Morales y el MAS, su partido, en alianza con varios tolderíos de “izquierda”.
No obstante, la creencia de que una nueva elección de gobernantes resolverá la profunda crisis a la que fue conducido el país por la política populista, no tiene asidero. Lamentablemente, la crisis continuará, a no ser que el “modelo masista” sea sustituido por otro nacional y verdaderamente democrático.
Pero, en el caso extremo de que Evo Morales logre retornar al gobierno, la crisis económica provocada por el régimen populista que comenzó en 2006, seguirá con más intensidad, debido a que el caudillo cocalero solo quiere profundizar su sistema “socialista”. Pero no tiene ni idea de los grandes problemas que padece el país, por lo que no podrá atraer inversiones, etc. Es más, no tendrá gobernabilidad, por la oposición de todo el pueblo boliviano, excepto un sector oportunista, ajeno a la realidad boliviana. La crisis económica y política que viene desde hace más de diez años, llegará a extremos jamás conocidos por Bolivia en 200 años de vida. ¡La crisis continúa y continuará!
Catástrofe económica y su evolución
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