Los carburantes son un energético que contiene hidrocarburo, y este es un compuesto resultante de la combinación de carbono e hidrógeno, su origen es de carácter fósil que se encuentra en tierra, generalmente a profundidad al igual que en el fondo de los océanos. Se comenzó a utilizar como energético en el Siglo XIX, luego de la revolución industrial, más tarde se utilizó en reemplazo del carbón, para mover los motores de las maquinarias industriales y de los automóviles, trenes, navíos y aeronaves.
El carburante se encuentra en estado gaseoso y en estado líquido, y es extraído de los mantos terrestres, con una tecnología costosa, los países que tienen este elemento en su territorio, se han beneficiado de importantes ingresos por su elevado costo, que ha subido constantemente. En nuestro país fueron descubiertos importantes reservorios de petróleo y luego gas, aunque éste último en un principio se quemaba, pues casi no tenía demanda, la que se dio, desde las últimas décadas del pasado Siglo XX.
La importancia de este recurso energético es tal, que ha provocado guerras internacionales, como la que sostuvimos con el Paraguay en el Chaco, guerra que fue promovida por los intereses anglo-argentinos. El 13 de marzo de 1937, se creó la empresa estatal boliviana del petróleo, con el denominativo de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), durante el gobierno del coronel David Toro Ruiloba, empresa que ha generado importantes ingresos para el Tesoro Público. Y en las últimas décadas nos convertimos en país gasífero, con ingresos como nunca antes, debido a los altos precios de los hidrocarburos en el mercado internacional, calculándose en cerca de cien mil millones de dólares en el régimen de gobierno del populismo al socialismo.
En 2014 descendieron los precios internacionales de los hidrocarburos, afectando los ingresos del Tesoro Público boliviano. A su vez, desde ese año fueron bajando los niveles de producción, pues se fueron agotando las reservas de gas, que son un producto no renovable, es decir que termina su volumen, y para reemplazarlo deben hacerse importantes inversiones (se calcula que por cada pozo exploratorio, se debe invertir cerca de 120 millones de dólares y para encontrar un pozo se deben perforar diez) para encontrar nuevos reservorios, lo que no se hizo, con el resultado de la crisis energética que nos afecta en este tiempo.
De exportadores de gas y petróleo, hemos pasado a ser importadores de gasolina y diésel y, según informes oficiales, el pasado año el Estado habría destinado mil ochocientos millones de dólares para importar esos productos. Pero debido a la crisis económica del Estado, éste no cuenta con las divisas necesarias para seguir importando gasolina y diésel. Al no tener suficientes ingresos, como los que teníamos cuando exportábamos gas, se ha producido un grave déficit en la balanza de pagos y comercial, determinando el riesgo de una parálisis en el aparato productivo, que en buena medida requiere de carburantes.
El mundo actual se desarrolla sobre la base de energía, en especial de origen fósil, aunque ya se está utilizando energía renovable, pues la fósil es altamente contaminante del medio ambiente, que ha subido de temperatura debido precisamente a la quema de ésta. Y si se produce una escasez de energía en cualquiera de sus formas, la vida moderna puede interrumpirse y producir un grave estado de caos social, como el que no amenaza si no remediamos el actual problema que nos afecta. Ya en el gobierno de Evo Morales, se intentó elevar el precio de los carburantes, pero se dio marcha atrás, pero se pudo ir elevando gradualmente el precio, de tal manera de evitar una subida brusca como la que se intentó. Hoy la solución requiere que sean tomadas medidas estructurales, es decir que sea cambiada la estructura económica, que luego de casi dos décadas se ha agotado.
El próximo gobierno que asuma el poder político del Estado, está obligado a tomar medidas urgentes, que son necesarias para enfrentar el cuadro de crisis que desde 2014 ha seguido un curso de deterioro. Y es que el actual gobierno fue negando el cuadro de crisis, lo que ha agudizado el mismo, con el riesgo del colapso económico-social, que vivimos en 1984.
El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.