domingo, diciembre 22, 2024
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Los pasos hacia el abismo

Cómo no hubiéramos deseado escribir en nuestras fiestas septembrinas, sobre lo que narrábamos hace algunos años, que tenía que ver con nuestra heroica historia que la pelearon desde épocas remotas nuestros tatarabuelos y nos llevaron por la senda victoriosa; sobre los recuerdos de las mesas familiares del locro y el majadito, presididas por la abuela, con los padres, hermanos, tíos, primos, donde nunca faltaba un lugar para sentarse ni un plato para comer y hasta se disfrutaba de la complicidad y el cuchicheo chismoso de los mozos y cocineras que lo sabían y lo contaban todo. Escribir sobre esas cosas amables y risueñas que nos inspiraron para ver la vida que empezábamos a conocer era placentero. Como era narrar, emocionados, sobre los primeros amores que se dieron con fortuna o sin ella; y también sobre los padecimientos que sufrieron nuestros mayores luchando en una sociedad pobre, sin agua ni luz, alejada del mundo civilizado, pero feliz.
Ahora, cuando vemos lo que acontece en nuestra gran ciudad plagada de dificultades, en el país y en el vecindario, pensar en escribir novelas resulta curioso. Elucubrar fantasías es casi imposible, ante una fea realidad que nos sacude diariamente y que nos tiene pendientes de qué sucederá no solo dentro de un año, sino dentro de un mes, de una semana, o mañana mismo. Ante lo real que está en frente lo único que se puede es dejar los ensueños y las quimeras y mirar seriamente lo que acontece y tratar de retratarlo como uno lo observa, por si sirve de algo.
Bolivia está atravesando por uno de los peores momentos de su historia y eso que los ha tenido muy malos en el pasado. La vida no ha sido fácil en nuestro país y la libertad jamás ha alcanzado para todos. Pero hace algún tiempo parecía que iba a reinar la armonía entre quienes vivimos en esta patria. Dentro de la pobreza asomaban horizontes prometedores de buenas nuevas. Pero eso está quedando en nada desde que el caciquismo aimara ha querido imponer su ley sobre todos los bolivianos. Ese afán místico de revancha por lo que aconteció hace 500 años es como tratar de matar a un fantasma que ya no está. Y crear enemigos innecesarios para satisfacer resentimientos será algo de nunca acabar, porque siempre engendrarán nuevos demonios en sus mentes confundidas.
Bolivia se ha polarizado en los últimos tiempos, sin la menor duda. El capricho de Evo Morales de capturar el poder para siempre fue insoportable. Con su huida a México, abandonando hasta sus ojotas, parecía que la situación mejoraría en el país. Pero como el nuevo gobierno constitucional que presidió Jeanine Áñez fue tolerante y se resistió a romper el proceso democrático, Morales y los masistas fueron retomando cuerpo, amenazando, envalentonándose, hasta inventar de que en noviembre del 2019 se había producido un golpe de Estado en medio de una masacre. Le echaron tierra al escandaloso fraude electoral que dirigió Morales y se emperraron con el embuste del golpe. Bolivia, entonces, se dividió entre los que deploraban la trampa electoral y quienes acusaban a Áñez de una ruptura institucional, pese a que en las elecciones del 2020 el MAS había ganado por amplio margen y sin traba alguna. Se confiaba, inocentemente, en un masismo renovado, democrático.
Hoy, fuera de mitos, vamos camino del abismo. Más allá de la disputa entre el fraude y el golpe, ha surgido el avasallamiento de tierras del oriente y la defensa decidida de sus propietarios; ha aparecido la imposición forzosa de la wipala y su justificado rechazo; el manoseo de la justicia contra los opositores y el grito vano de reclamo; pero, por encima de todo, se está gestando un enfrentamiento visible entre cambas y collas que se había suavizado en los años anteriores y que es lo más peligroso.
Existe un inexplicable afán del Gobierno de provocar a los cruceños y a sus autoridades libremente elegidas y eso puede costarles muy caro porque a Santa Cruz no le importan las ofrendas pachamamistas, ni los misticismos ni banderas ajenas. Aquí, donde la mitad de la población es colla y extranjera, lo único que se desea es respeto y que nos dejen trabajar en paz. No es aconsejable la provocación y el abuso porque siempre tendrá su respuesta.

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