martes, septiembre 3, 2024
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Misiones de la universidad

Después de haber abordado algunos lineamientos acerca de la ausencia de un espíritu y filosofía universitarios, intento ahora ocuparme de las misiones que debe abrazar esta institución si desea cumplir socialmente. La realidad es muy relativa a este respecto y acusa demasiadas lagunas. Por esto es necesario recordarlas. Sin duda, las misiones más características del quehacer universitario son la conservación e incremento del saber, la formación profesional, la investigación y la aproximación social. Risieri Frondizi, académico e intelectual de fuste, añade a las anteriores la misión cultural específica que no se confunde con ninguna de las anteriores.
Por esencia las universidades deben constituirse en el centro de cultura superior, junto al significado de promoverla en los estamentos docente y estudiantil y proporcionarles los medios adecuados disponibles. La cultura no surge por generación espontánea sino mediante el análisis y cultivo paciente y sostenido. Un otro capítulo es el de atraer a los exponentes culturales del medio y de más allá, proporcionarles el foro y tribuna apropiados y si es posible incorporarlos al cuerpo docente. A esto debe añadirse la labor de difusión e intercambio cultural. Se supondría que el clima adecuado lo brinden estas Casas Superiores de Estudio. He ahí uno de sus desafíos. Un óbice a este plan es la ideologización política tan acentuada en algunas universidades y su grado de contaminación que juega como aislante cultural.
En segundo lugar, tenemos la conservación e incremento del saber, al cual puede contribuir el aporte docente mediante el análisis y producción documental de su materia, no muy común en nuestro medio. No hay duda que la investigación y creación científica a través del tejido formativo puede y debe enriquecer el conocimiento. Obviamente la renovación de la bibliografía y su conservación en las bibliotecas es necesaria a la progresión cultural y científica. Enormemente lo facilita la tecnología moderna. Max Scheler advirtió a estos propósitos que “la cultura es lo que queda cuando no queda nada”.
Sin el capítulo de la formación profesional las universidades no serían tales. Tanto los niveles universitarios cuanto el objetivo de los estudiantes es la búsqueda del título profesional. El profesionalismo puro y simple predomina y enerva el resto de las misiones que la sociedad espera de la institución. Esta finalidad no es mala siempre y cuando se licencien los profesionales idóneos y sobre todo los que el país requiere. El déficit de ingenieros y técnicos es extremo, mientras se titulan abogados, economistas, auditores, etc. en exceso. No es un problema de exclusividad nacional, las naciones latinoamericanas confrontan similar situación. Otro tanto ocurre respecto a las ciencias inductoras de creación científica, ejemplo son las ciencias puras, biología y otras, cuyos estudiantes con pocas posibilidades de empleo ponen a prueba su meritoria vocación. Sin duda en nuestro ámbito universitario se forman profesionales valiosos en servicio del país y del extranjero, allí con atractivas posibilidades. Estimular la creatividad propia del estudiante dando lugar al aporte de su propia iniciativa será un factor eficiente. La impronta pedagógica debe marcar una metódica dosificación de la lectura de los tratados y textos asignados. A propósito, Risieri Frondizi decía del universitario argentino que “es ignorante porque sabe mucho”. Claro, este aserto no es del todo aplicable a nuestros estudiantes.
La universidad debe consubstanciarse de su responsabilidad social irrenunciable. Su empatía con el exterior es determinante pues a este se debe y de él recibe sus nutrientes. El conjunto de sus misiones debe responder al entorno social del modo más eficiente y constructivo posible. Como complemento y parte de ello, abrir sus puertas a la sociedad civil acogiendo conferencias, simposios, mesas redondas, etc. A la vez, debe impartir cursos y cursillos breves de preferencia técnica. Complementando este comentario, la misión social no debería confundirse con el ideologismo en función de una suerte de avanzada beligerante. Por supuesto que los universitarios –ya lo anotamos— deben ubicarse ideológicamente en entera libertad, pero su papel debe ser ante todo orientador y reflexivo. Tener presente que la autonomía universitaria debe preservarse tanto de la intromisión política de los gobiernos como de grupos sociales que pretenden avasallarla y forzarla hacia sus propios objetivos, en realidad alejados de las esencias universitarias. Aspecto aparte es la rebeldía juvenil cuando las circunstancias del acontecer político lo reclaman.

loza_ramiro@hotmail.com

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