Gobiernos como los de Cuba, Venezuela o Nicaragua predican “respeto a la libertad de expresión y a la democracia”; pero, la realidad es que esos regímenes lo que menos hacen es respetar la libertad de sus pueblos que viven esclavizados y pendientes de las acciones dictatoriales del régimen que los gobierna, régimen que no tiene en cuenta que en la vida de los pueblos sólo puede haber libre expresión o libertad de prensa tanto cuanto se ama y respeta al pueblo que cree y siente la libertad como un bien intocable, un bien que permite vivir en goce pleno de los derechos humanos que significa vigencia de las leyes sin alteración alguna. Hay políticos de izquierda que creen, por ejemplo, en la Cuba de Fidel Castro que, desde el triunfo de su revolución socialista ha pisoteado todos los derechos de su pueblo, ha instaurado “el paredón” para fusilar a quienes disentían del régimen y se permitían protestar contra el “castrismo” instaurado por Castro. Son muchas décadas que el castrismo tiene vigencia en países como Nicaragua y Venezuela que, dominados por los dictadores Maduro y Ortega no cesan de hostigar a sus pueblos, persiguen a quienes no están de acuerdo con el socialismo y alegan tener derecho sobre todos los habitantes al igual que en Cuba, país en el que se produce el cambio de dictador, pero sin variar para nada la ideología y los sistemas para que el pueblo siga dominado, esclavizado y sometido a lo que el régimen disponga.
En las naciones socialistas o comunistas –caso de las que han sido dominadas por la URSS–, la vigencia comunista determina que la libertad de pensamiento –de la que depende la libertad de expresión– restringe mediante todo tipo de controles y prohibiciones, todo derecho a las personas y mucho más a quienes se permiten disentir con el gobierno, ejerciendo el periodismo y buscando que su pensamiento, sus ideas, criterios y sentimientos puedan reflejarse por todos los medios y se ven restringidos o anulados totalmente. ¿De qué libertades pueden hablar los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela que son dominados por dictadores que ejercen el gobierno de sus países en calidad de tiranos? ¿De qué derechos humanos pueden hablar si se encarcela, se tortura, se hiere y hasta se fusila a quien no está de acuerdo con ellos?
Ecuador, un país que tuvo como presidente a Correa y cumplió las políticas castristas, felizmente se liberó de él y hoy cuenta con un régimen apropiado a las libertades exigidas por el país. Sin embargo, hay partidarios del correísmo que haciendo coro a grupos de América Latina que querrían el retorno de las camarillas comunistas, que extrañan la presencia de dictadores y tiranos que esperaban el dominio del comunismo socialista castrista que querrían ver dominados a sus pueblos por los sistemas materialistas impuestos por el socialismo que, en todo caso, es sistema que sólo sirve para gastar el dinero que ganan los pueblos y sólo saben del dominio al pueblo porque son inflexibles con sus políticas de exterminio a lo que no comulga con el comunismo.
Políticos que extrañan al dictador que luego de más de trece años de gobierno, que renunció y huyó del país el año 2020, parecen inclinados a un retorno que –al menos de momento– no parece posible porque el país no lo aceptaría dadas las experiencias negativas que existen sobre él y su conducta contraria a los derechos humanos, la libertad de expresión y vulneración de las libertades consagradas por la Democracia que hoy se esgrime, como medio para el retorno, bajo el eufemismo de que todo lo positiva que sería la vuelta del extremismo identificado con políticas socialistas.
En todo caso, el pueblo espera que el gobierno del presidente Arce Catacora tenga conciencia de todo lo ocurrido durante casi catorce años y evite cometer los mismos errores, entendiendo que su partido al que él pertenece tome conciencia de que el país es nación de todos los bolivianos sin distinción alguna y que, todos están obligados a su servicio mediante un trabajo eficiente, honesto, honrado y responsable con miras a su desarrollo y progreso sostenido porque todo depende de que se lleven a cabo los propósitos enunciados de amar y servir evitando lo que causa daños, corrigiendo los yerros y mejorando lo que sea posible hacerlo.
Finalmente, en toda circunstancia debe tener en cuenta que sin plena vigencia de los derechos humanos para todos los bolivianos es imposible la vigencia de la libertad, la justicia y la democracia. Es preciso que su militancia –como ocurre con muchos políticos– deje de creer que los bienes de la libertad, la justicia y primacía de los derechos humanos es concesión gratuita y graciosa de las políticas reinantes en el país, creencia que es falsa porque son bienes inherentes a todos los pueblos.
Sin libertad de expresión peligran los derechos humanos
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