lunes, diciembre 23, 2024
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Hablando de la wiphala histórica

Uno de los cronistas en el Perú, Pedro Cieza de León (año 1502), que vino junto a los conquistadores, en sus notas describe que en la meseta andina los indígenas aún vivían como en el paleolítico. En su informe histórico sobre ellos, no se encuentra algún dato sobre su procedencia, cultura y otros, existiendo únicamente hipótesis y teorías. En cambio, respecto a los incas, su organización social se divide en castas o clases, hasta llegar a los esclavos, llamados “yanaconas”, marginados de la sociedad incaica, por abuso de muchos siglos, según datos del Museo del Hombre de París. Al imperio incaico se lo considera como una “civilización”. Los yanaconas, ahora “aymaras”, no todos, desde luego, servían a los incas como esclavos, según el cronista Guamán Poma. Nunca se habló de cultura o civilización, su estado neolítico no permitió algún avance, debido a lo dispersos que estaban en tiempo y distancia; algunas tribus vivían en pequeñas cuevas, cavadas en los cerros.
El “aymara”, lengua parlante respaldada en el III Concilio Limense, se supone que tiene su origen en otra lengua más antigua. En sus luchas y sublevaciones contra los incas, hacen flamear su “bandera”, ahora la “wiphala”, constituida por un cuero pelado de oveja, con bordes de lana y al centro un cuadrado de lana de color blanco, según únicos datos obtenidos. En el coloniaje abusaron mucho de los aymaras, que fueron defendidos por Fray Bartolomé de Las Casas frente a la Corte Española. Los incas dejaron muchas huellas y costumbres, muchas de sus palabras hoy son empleadas, así como las construcciones de retorta de barro. con techo de paja brava y la infaltable cruz, con puertas en dirección al oriente. Recién en 1970, a instancias de los miembros del Instituto de Arqueología Nacional (INAR), sugieren se instituya la wiphala de siete colores verticales y horizontales, que ahora representa casi a todos los pueblos del Tahuantinsuyo, en especial al collasuyo, un símbolo genuinamente aymara, pero no tiene carácter nacional.
Cieza de León en Perú descubre vestigios de varias civilizaciones pre colombinas, anteriores a la llegada de Cristóbal Colón, documentando características, organización y artesanía. En la conquista del Perú, el inca Garcilaso de la Vega (1620), muy posterior y años antes del coloniaje, se complementa con Felipe Guamán Poma de Ayala, quedan pocas crónicas por la destrucción de documentos históricos antiguos (Siglo XV). Los incas formaron un gran imperio, una gran civilización, con su capital Cusco. Su espíritu guerrero deja huellas en el elemento autóctono de la Real Audiencia de Charcas, territorio andino entonces desierto de criollos y mestizos.
Arturo Posnansky habla de unas cinco civilizaciones precolombinas en el Perú. En sus investigaciones históricas, también sobre el enigma de Tiahuanaco, cultura que solo deja indicios arqueológicos, del origen de sus pobladores y su desaparición no hay ni un rastro, algunos cientistas le asignan una antigüedad de 1.500 años, Posnansky entre 12 y 10.000 años.
Según el credo marxista leninista, se toma a los trabajadores para imponer la dictadura del proletariado, organización que sirve para sus fines doctrinarios comunistas. C. Marx y F. Engels, creadores del socialismo, determinan la defensa de las garantías y derechos de los trabajadores, democracia comunista que en ningún momento habla de “libertad”. En nuestro pobre país no fueron los trabajadores, sino campesinos pretextando crear un Estado plurinacional campesino indígena originario, un gobierno centralista y estructurado bajo la figura de la “deidad” Evo Morales Ayma, quien se encumbró gracias a nuestra verdadera Democracia, esencia principal de paz, justicia y libertad, avasallada hoy, soportando a un régimen totalitario, en camino a la dictadura.
Un gobierno confrontador, policial, de persecución a políticos de “derecha”, fomenta el odio, venganza y el racismo, sin temor a lo temporal de su gobierno, calcando los lineamientos de Evo que sutilmente gobierna, con grupos para-militares que amenazan matar, exigiendo llegar a una “guerra civil”, sin conocer el elevado costo de destrucción, amedrentando al pueblo tranquilo, con amenazas y mandato que salen de la boca de Evo ante su masa ignara, aventajando sus acciones, pese a los delitos que carga. El Poder Judicial en algún momento se sacudirá de su dependencia. Evo piensa que durará mucho tiempo, pero encima esta la justicia divina.
Defender la wiphala, al extremo de querer matar y hacer daño, definitivamente es sellar su auto-complejo de inferioridad, mal con mal, racismo con racismo. Cuantas veces no fueron quemadas las banderas de Chile, del Perú durante el gobierno de Ballivián, de EEUU, pero ninguno de estos países nos declaró la guerra o nos amenazaron, desde luego, son sociedades civilizadas y no propensas al salvajismo como el nuestro.

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