lunes, septiembre 2, 2024
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El absurdo de vivir en medio de rumores

Hay hechos y situaciones que prácticamente dejan indefenso al país y que parecen concebidos solamente para lastimar, indignar, angustiar, preocupar y molestar a la población. Se trata de rumores, chismes, comentarios oscuros y frases malintencionadas que ponen en vilo a la población. Se dice y opina todo sobre lo hecho o no por el gobierno: se adjudica hechos y dichos al régimen constitucional de la ex presidenta Añez; hay proliferación de suposiciones sobre “paquete de leyes” –al margen de la ley l.386– que estarían a punto de ser aprobadas; y, el absurdo mayor de reciente aparición: que “se estaría tramando asesinar al presidente Arce”; en fin, parecería que el ambiente nacional hubiese sido invadido por una plaga de langostas que todo lo destruye. Es tanto lo que se afirma que no deja espacio al razonamiento limpio, correcto, ajustado a la verdad y que coincida con lo que el país requiere.
La población (como siempre, inocente y hasta ingenua) especta, escucha y supone dando alas a la imaginación que crece conforme pasa el tiempo. No se deja posibilidad al sereno razonar porque el rumor, cada vez más acentuado, borra todo y acrecienta las preocupaciones y dan lugar a que mentes interesadas amplíen el conjunto de “dimes y diretes” que no tienen visos de seriedad y menos de responsabilidad, puesto que han sido concebidos por mentes malsanas e ignorantes que buscan sólo causar daño.
El pueblo, dadas las experiencias vividas en otros tiempos, trata de desechar las afirmaciones del “qué y cuánto dirán”; sin embargo, buena parte de la colectividad –especialmente de zonas aledañas a las ciudades y las que habitan las áreas rurales– cree en chismes, rumores y comentarios incorrectos y les da pábulo o “echan leña al fuego” contribuyendo a su difusión.
Es de vital importancia que en las familias se tome conciencia de los daños que causan los rumores y educar a los hijos sobre la base de que sólo la verdad construye porque es verificable, consciente y correcta y que toda afirmación basada en el “dice que…” no tiene validez alguna. Igualmente, los hechos en escuelas y colegios deben mostrarse acordes con la verdad; de otro modo, se corre el riesgo de enfermar la mente de niños y jóvenes que, de ser divulgados, causan mucho mal.
Es muy importante que los difusores de rumores tengan en cuenta lo que ha ocurrido en muchas ocasiones: el rumor casi siempre retorna al lugar de su creación; es decir, tiene efecto “boomerang” de retornar a su origen y causar más daño en las propias filas que las esperadas hacer a quienes fueron dirigidos.
Esto es lo que, ante los criterios del pueblo, puede ocurrir a los difusores de lo que debería evitarse para impedir que los males diseminados crezcan. Hay que convenir, finalmente, en que la población considera que quienes conciben y difunden los rumores son catalogados como sinvergüenzas (canallas capaces de toda maldad, pícaros y bribones; que cometen actos ilegales en provecho propio, o que incurren en inmoralidades). La definición señalada por los diccionarios está dirigida a quienes tengan o no poderes de cualquier naturaleza, ocupen las funciones que sean y usan su situación para causar males al prójimo y a la propia comunidad. El rumor es, pues, método o sistema contrario a todo derecho humano, destinado a ocasionar dolor, resentimiento, complejos vengativos y otros que, por igual, causan daño tanto al emisor como a sus víctimas.

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