martes, diciembre 24, 2024
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Educación comunitaria productiva: aprender produciendo

La participación social en el sistema educativo es legislada por el Estado; lo probado por el proyecto es la constatación de la responsabilidad que asumen las instituciones de la sociedad civil y entidades públicas vinculadas con el desarrollo productivo, como contribuyentes a una educación que satisface los requerimientos reales de productoras y productores.

La articulación de los procesos educativos con los productivos es planteada desde la perspectiva metodológica. El método “Aprender produciendo” asumido, significa que los procesos de capacitación y formación se realizan paralelamente con el proceso productivo, con insumos, procesos y productos reales, siguiendo área de agropecuaria. Queda el desafío de oficializar los calendarios productivos, como educativos.

Estos procesos pueden culminar en emprendimientos comunitarios, asociativos o individuales, planteados por los mismos participantes. Estas iniciativas orientadas a mejorar la calidad del empleo o la inserción laboral son apoyadas por entidades de servicios financieros y no financieros para el apoyo al desarrollo del emprendimiento.

Esta experiencia educativa-productiva logró influir en las políticas públicas del ámbito local, en algunos municipios y comunidades rurales.

El carácter productivo de la formación o capacitación requiere poner a prueba constantemente nuevos conocimientos, insumos productivos o tecnologías introducidas, especialmente si van a confluir en nuevos productos o nuevas variedades de productos ya conocidos. Esta situación implica procesos de observación y experimentación propios de la investigación aplicada, desarrollados por los centros.

La construcción de este modelo educativo supone una escuela abierta y sin muros, relacionada con su entorno económico y social generando nuevos espacios educativo-productivos: un Centro de Educación Alternativa (CEA); una Unidad Educativa Regular (UER); o un Instituto Técnico/Tecnológico Superior (ITS).

Desde la perspectiva de la gestión educativa, los centros educativos están desarrollando capacidades para la gestión de la calidad y la administración de subcentros, de talleres, granjas, campos de cultivo, de insumos productivos, materias primas, de productos en proceso y finales. Para generar la participación de la comunidad, mejoran capacidades de negociación con otros actores especialmente del sector productivo.

En lo técnico-pedagógico, se desarrolla el enfoque de “currículo vivo”, con planes de estudios flexibles y modulares, con salidas intermedias conforme los requerimientos del mundo del trabajo. Se apoya la innovación de metodologías y producción de materiales educativos por los propios docentes.

En este proceso de innovación educativa-productiva, se aprendió mucho en diversos temas. En un afán de priorización se menciona los principales:

– Se requiere transitar desde el abordaje escolarizado de la educación técnica, a otro, desde la perspectiva del mundo de la producción y las demandas del desarrollo productivo, bajo conceptos de calidad y sostenibilidad.

– Es necesario institucionalizar mecanismos de articulación de los centros educativos con sectores productivos y con el mundo del trabajo.

– Los planes de estudio oficiales deben ser sumamente flexibles para permitir ingresos y salidas intermedias habilitantes para el mundo del trabajo.

– De hecho, con los aportes de la sociedad civil y de los propios centros educativos, se diversifican las fuentes de financiamiento, se requiere normativa al respecto.

– Las articulaciones con las políticas de desarrollo local son insuficientes, por el alto grado de migración. Las especialidades técnicas deben considerar, además, pertinencia con el desarrollo regional y nacional.

– Se requiere de mecanismos de intermediación laboral para facilitar la congruencia entre las especialidades técnicas y el mundo del trabajo.

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