martes, septiembre 3, 2024
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A 190 años de relaciones entre Bolivia y México

Es importante la historia con similitudes que marcan a ambos países, que en sus territorios albergaron culturas indígenas, en el caso de México a los aztecas y mayas, y en Bolivia a los incas y los aymaras.
Ambos países formaron parte del Imperio español hasta principios del Siglo XIX. México formó parte del Virreinato de Nueva España, mientras que Bolivia fue primero parte del Virreinato del Perú y luego en 1776 se convirtió en parte del Virreinato del Río de la Plata.
Poco tiempo después de la independencia, los dos países definieron establecer relaciones diplomáticas. En 1831 México decidió enviar su primer embajador concurrente a Bolivia, con sede en Buenos Aires, Argentina. Ya en el Siglo XX, en 1902 se inauguró el primer consulado general mexicano en la ciudad de La Paz, constituyéndose en la primera misión diplomática oficial de México en Bolivia. Asimismo, Bolivia definió enviar su primera misión diplomática a la ciudad de México en el año 1934. En febrero de 1939, ambas misiones diplomáticas fueron elevadas a rango de embajadas en las respectivas capitales.
Un primer hito en la historia de las relaciones diplomáticas entre ambos países se presenta entre 1967 y 1980, cuando la Embajada de México en La Paz brindó asilo a 260 ciudadanos bolivianos durante ese período, destacando entre ellos el doctor Antonio Arguedas Mendieta, ciudadano boliviano y ex Ministro del Interior, quien fuera acusado por el Estado boliviano por la venta de secretos de Estado. En mayo de 1970 se le otorgó salvoconducto de Bolivia a México.
En 1960 se tuvo un segundo hito marcado por la visita a México del presidente boliviano Víctor Paz Estenssoro. Fue la primera visita oficial de un jefe de Estado a ese país hermano. Posteriormente, en 1990, el presidente Carlos Salinas de Gortari se convirtió en el primer jefe de Estado mexicano en realizar una visita oficial a Bolivia.
Así como las relaciones diplomáticas, las relaciones económicas y comerciales también han marcado algunos hitos en la historia, que es importante resaltar. Ahí está el primer Acuerdo de Complementación Económica Nº 31 (ACE 31), vigente desde el 1 de enero de 1995 hasta abril de 2010.
Luego este Acuerdo fue renegociado como ACE N° 66, vigente desde el 7 de junio de 2010, que estableció objetivos como el de estimular la expansión y diversificación del comercio entre ambos países, eliminar las barreras al comercio, facilitar la circulación de bienes, promover condiciones de competencia leal en el comercio, establecer lineamientos para la ulterior cooperación, así como en el ámbito regional y multilateral, encaminados a ampliar y mejorar los beneficios y crear procedimientos eficaces para la aplicación y cumplimiento de este Acuerdo, para su administración conjunta y para la solución de controversias.
Hasta ahora, el intercambio comercial entre Bolivia y México se ha visto marcado por una balanza negativa para nuestro país, siendo nuestras principales exportaciones hacia el país del norte minerales como el zinc y el estaño. Mientras, las importaciones bolivianas provenientes de México están en los rubros automotor, máquinas y aparatos de uso doméstico, productos farmacéuticos, entre otros. Sin embargo, existe mucha potencialidad para fortalecer ese intercambio comercial y dar a Bolivia una mejor posición de su balanza comercial, mucho más considerando la dimensión del mercado mexicano.
El panorama actual es prometedor, estamos a poco de cumplir los 190 años de relaciones entre Bolivia y México, y desde el inicio de su mandato, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, estableció como una prioridad de su política exterior “Mirar al Sur” y hacer que América Latina y el Caribe ocupen un lugar prioritario en su agenda internacional.
Ya lo mencionó también el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, en una de sus intervenciones recientes, “…la unión hace la fuerza y en 200 años no lo hemos logrado, por lo que en la actualidad si América Latina no actúa en conjunto es imposible que tenga influencia en el mundo, divididos estamos condenados a seguir las decisiones que otros tomen…”.
Son tiempos nuevos, que nos presentan retos y oportunidades, por lo que nuestra principal visión debería estar en torno a la reconciliación e integración, basada en el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas, económicas y comerciales de nuestras naciones hermanas.
Para América Latina y el Caribe como región, son tiempos de pensar en nuevas formas de integración y convivencia, para mostrar al mundo que estamos dispuestos a ser el puntal de un factor de cambio positivo para las futuras generaciones.

El autor es Economista, licenciado en la UMSA, con Post Grado; Doctorado Ph.D en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador de Argentina y Académico de Número de la ABCE (Academia Boliviana de Ciencias Económicas).

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