lunes, julio 8, 2024
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¿Por qué los partidos políticos no entienden las urgencias?

Desde que concluyó con su renuncia el anterior gobierno en el año 2019, muchas de las experiencias sufridas por la comunidad nacional requieren de estudios, exámenes detenidos, encuentro de remedios para graves problemas, rectificaciones y corrección de crasos errores cometidos en algo más de trece años; en fin, mucho por hacer y mucho más para sugerir enmiendas, emprender acciones constructivas y concretar propósitos para evitar sentimientos ajenos al bien común e irrespeto a los derechos humanos. Quienes, conjuntamente las autoridades de gobierno, tienen que ver el panorama de lo bien hecho, lo mucho por corregir y lo muchísimo por hacer son los partidos políticos que –al margen de los que están en el poder– se encuentran en el llano, los que deben encarar sin esperar que el gobierno lo haga todo (que no siempre tendrá disposición para hacerlo, por haber sido parte sustantiva del régimen que renunció).

Los partidos políticos no solamente deben tener vigencia para lograr el poder de gobernar al país, sino para demostrar al actual todo lo que es urgente y necesario enmendar, corregir, mejorar y sugerir lo que debe hacerse porque todos ellos, los que están en el poder o aspiran a él, son parte del país y están obligados a amarlo y servirlo en toda circunstancia u oportunidad, sin esperar estar en el gobierno. Hasta ahora y con todos los gobiernos, los partidos políticos creen que su misión es oponerse a todo; criticar y condenar lo que hagan las autoridades, condenar y no dar valor a cada obra, mostrar excesos en los gastos, señalar faltas y delitos reales o ficticios; en fin, se muestran inmaculados y carentes de toda posibilidad de cometer los mismos yerros que critican.

¿Por qué esgrimir facultades que nadie les dio para condenarlo todo? ¿Por qué no tomar conciencia de las urgencias y necesidades nacionales y estudian, examinan las necesidades del pueblo y muestran al gobierno lo que buenamente sea posible rectificar, mejorar?  Todos ellos saben de las falencias, debilidades y defectos de las políticas partidistas; sin embargo, solo endilgan virtudes a su organización que, conforme comprueba el pueblo, comete los mismos errores que sus antecesores y, en casos, los supera; pero, “según los compañeros”, son más inocentes que un niño de dos años. La verdad es que en ninguna organización partidista se desea obrar con la verdad y se prefiere el engaño, la mentira, “porque cala mejor en la candidez del pueblo”.

Cuán bueno, práctico y constructivo sería que los partidos políticos obren con la verdad y sean constructivos, honestos y responsables con el país y obren en servicio de él, siendo gobierno o no; sería ejemplar lo nobilísimo que actúen con el amor al país que decantan y ser ejemplos de sindéresis, así como de virtudes y principios que el país requiere sean práctica permanente.

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