sábado, julio 27, 2024
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Una mentira colosal

“Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros”, les dijo, a sus seguidores, el Maestro de la conversión. Que infundía, asimismo, caridad y amor, paciencia y humildad a sus coetáneos, quienes iban detrás de él, de manera incondicional. Entonces no había fichas para controlar, viáticos ni pasajes que sufragar. Tampoco la posibilidad de arrancar recursos públicos, de manera descarada, para promover movilizaciones masivas, con determinado tinte político. Todo se lo hacía con la fe puesta en el Supremo Creador. Entre estos actores se advierte, por citar algún ejemplo, la presencia del esbirro Saulo de Tarso o de Nicodemo que se daba modos para tomar contacto con el Rabí.
Premonición que cobra vigencia ahora más que nunca. Es que los pobres han crecido cuantitativamente, en un mundo jaloneado por intereses hegemónicos. Desde entonces, es decir desde los tiempos del crucificado, no se ha logrado cerrar la brecha que separa a ricos y pobres. Hubo buenas intenciones, pero más allí no se avanzó. Tan sólo se multiplicaron los discursos demagógicos, con el afán de reclutar incautos. Palabras resonantes y promesas incumplidas que hicieron escarnio, en los sectores de escasos recursos económicos. No hicieron otra cosa que despertar falsas expectativas y frustrar aspiraciones de mejores días.
No hubo ni habrá la pregonada igualdad social. Ni vaciando los bolsillos de los más ricos. Aquella es una mentira colosal, alimentada por quienes se inspiraron en teorías caducas. Por quienes creen ser los redentores de pobres. En nombre de éstos usufructuaron del Poder y de sus deleites. Asumieron políticas hambreadoras que lindaron, inclusive, con la cultura de la muerte en algunos países del continente.
La igualdad social no existe en las naciones capitalistas ni en las naciones socialistas. Lo cierto es que los ciudadanos se dividen entre privilegiados y necesitados. Los primeros tienen oportunidades para competir en el venidero y los segundos están desprovistos de instrumentos para construir un futuro mejor. Éstos claman, permanentemente, por mejores condiciones de vida. Y una educación de calidad para sus hijos. Asimismo, demandan medicamentos, insumos y vacunas para superar la pandemia que pretende devastar a la humanidad. Fuentes de trabajo para vivir honesta y dignamente. Paz social para edificar un nuevo mundo, con miras al Siglo XXI.
Acá no pudimos reducir esa brecha social ni con el boom gasífero, que significó la bonanza de principios del presente siglo. Ni cuando teníamos gas abundante para abastecer el mercado regional. Ni cuando se hablaba, fuera de nuestras fronteras, del “milagro boliviano”. Ni cuando nos consideraban la “Bolivia Saudí”, por la enorme cantidad de gas que disponíamos para el consumo interno y la exportación. Ni cuando el país registraba, en el año 2008, indicadores económicos muy altos. Ni cuando la economía estuvo “blindada”, a decir del ministro de Economía y Finanzas Públicas de aquel entonces, Luis Arce Catacora. Lamentablemente no pudimos alcanzar la igualdad social, debido que nos distrajimos con otras actividades. Ahora se nos hizo cuesta arriba trabajar por ese objetivo. Más aún si tenemos encima la crisis económica y las dificultades que nos ha provocado el coronavirus.
En suma: hagamos esfuerzos, sin resentimientos sociales, para obtener un futuro llevadero.

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