Funcionarios gubernamentales en declaraciones de diverso rango han lamentado la “forma en que se produce y comercializa las vacunas antivirus por parte de países ricos en desmedro de países pobres como el nuestro”. Afirmaron, además, que esa situación es “culpa del sistema” (capitalista, suponemos). Sería interesante saber si esos criterios son el resultado de ideas estrictamente personales o de algunas sugerencias de asesores oficiosos.
De lo que sí estamos seguros es que esas opiniones de unos o de otros no son las más acertadas, por el sencillo hecho de que los denominados países ricos no tienen responsabilidad por el atraso científico en que se encuentran los también denominados países pobres.
Desde épocas de colegiales hemos escuchado esa clase de lamentos (que hoy continúan), acusando a los países ricos de “ser culpables de la pobreza de las naciones”. Ese criterio ha sido y es utilizado por activistas políticos de tendencias anticapitalistas y antinorteamericanas; pero esos mismos agitadores nunca hablan de fracasos socialistas como el de la ex Unión Soviética y sus satélites.
¿QUÉ HACER?
Mucho más razonable sería que con esta amarga experiencia (relacionada con las vacunas), nuestros gobernantes, universidades públicas y privadas, institutos especializados en estudios científicos y hasta productores de medicamentos, dediquen toda su atención y preocupación hacia el estudio profundo de las ciencias relacionadas con la salud.
UNIVERSIDADES
Todos los adelantos científicos en ese campo, son el resultado de la investigación de profesionales norteamericanos, europeos y asiáticos.
Estudiantes y docentes de esos países cada año presentan importantes descubrimientos y adelantos científicos que benefician a toda la humanidad, como este último de las vacunas antivirus. Y algo preocupante: las universidades nuestras y las de Sud América no se destacan, precisamente, en esa actividad científica y tal vez por eso nos denominan como “países pobres”.
Aquí, grandes cantidades de alumnos y algunos docentes dedican su tiempo a preparar y realizar fastuosas “entradas” folklóricas y otras diversiones que culminan en acciones indignas de una juventud sana. Ese valioso tiempo debería estar orientado hacia el estudio profundo de la ciencia, ya que sólo el esfuerzo intelectual otorga resultados óptimos. Así han trabajado los grandes científicos e inventores del mundo.
ESPERANZA
Para no depender de la voluntad de países ricos y en vez de quejarnos de nuestra pobreza (¿intelectual?), dediquémonos a la innovación y a la investigación científica. ¿Cuándo será el día en que Bolivia se destaque en el mundo por sus innovaciones científicas y el invento de medicamentos que liberen a la humanidad de enfermedades hasta hoy incurables?
La corrupción en todo campo, la injusticia, el fanatismo racial, la hipocresía, el odio entre bolivianos y la politiquería, impiden el progreso de nuestra Patria.
Gobernantes y gobernados debemos asumir responsabilidades sobre el futuro y porque aún queda algo de esperanza, anhelemos una Bolivia digna y libre de todos los males que devoran sus entrañas.
El autor es dibujante, caricaturista y periodista.