lunes, julio 8, 2024
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A favor de los pobres

“Que los ricos paguen la crisis”, sostiene un eslogan. Algunos, que tenían un patrimonio superior a treinta millones de bolivianos, ya lo hicieron. Y otros, aún no. Entre éstos últimos se inscribe el monstruoso contrabando que, eludiendo ciertas obligaciones tributarias, ha permitido a sus componentes amasar inmensas fortunas, como afrenta no sólo al Estado boliviano, sino a quienes no tienen ni un centavo para pasar el día. Además, atenta contra las entidades legalmente establecidas que, hoy como ayer, generan fuentes de trabajo, pese a la adversidad, de los tiempos.
Recordemos que el negocio ilícito movilizó alrededor de 2.300 millones de dólares por año, según denunció el presidente de la Cámara Nacional de Industrias, Ibo Blazicevic, a principios de la presente gestión. Estas palabras están registradas en medios escritos de circulación nacional.
En consecuencia: el contrabando, que nos ataca desde diferentes puntos fronterizos, debería contribuir a la solución de los problemas nacionales inmediatos. Que todo lo decomisado en este negocio nada transparente, sea destinado, mediante una disposición legal, para solventar costos de internet y la adquisición de equipos electrónicos, que son requeridos para la educación virtual, a favor de niños y jóvenes, provenientes de familias de escasos recursos económicos, de la ciudad, la mina y el agro. Éstos se han multiplicado, desde marzo del 2020, como consecuencia de la arremetida del “enemigo invisible”. El desempleo masivo ha dado lugar a este problema social. De ahí que la pobreza se refleja en el rostro, particularmente, de quienes han perdido su fuente de sustento mensual. Y no son pocos, sino miles. Por medio estuvo el cierre de empresas y el recorte de personal, que aplicaron importantes unidades empresariales, en una época marcada por la pandemia.
La población mayoritaria, dispersa en un espacio geográfico de 1.098.521 kilómetros cuadrados, espera que dichos requerimientos, que tienden a reforzar el sistema de la educación boliviana, en una era devastada por el coronavirus, no sólo sean tomados en cuenta, sino resueltos, a la brevedad posible, por quienes conducen los timones de la nave del Estado, en forma coyuntural. Una vez resuelto el asunto, diríamos a voz y cuello: “primero los pobres”.
Bolivia, como tantos otros pueblos de la región y del mundo, atraviesa momentos complicados, a raíz del virus chino que no cesa de propagarse, pese a la vacuna, que ya circula entre las naciones grandes y pequeñas, desarrolladas y en vías de desarrollo.
En un país empobrecido por la crisis económica y la emergencia sanitaria, se hace necesario e imperativo asumir medidas de fondo, como las que señalamos líneas arriba. Mismas que deberían ser encaradas pensando, fundamentalmente, en el bien común. Es que la frustración social se hace patente, ahora más que nunca, configurando un venidero nada halagüeño. Acá tenemos, por si haya dudas, las necesidades más elementales del momento histórico, que se traducen por empleo, vacuna para sobrevivir a la pandemia, internet barato y laptop con precio accesible. Todo ello surge del seno de los amplios sectores populares, ávidos por alcanzar días mejores. He ahí nuestra realidad.
En suma: la consigna del momento es trabajar a favor de los pobres…

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