lunes, julio 29, 2024
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Balance de fin de año y prospectiva

Este año que acabó, para los bolivianos importó una mirada pesimista de lo acontecido y en especial de las políticas de gobierno de régimen de gobierno que está en el poder hace quince años.
Decimos pesimista, debido a que la sociedad boliviana está dividida entre las posturas del oficialismo y de la oposición, no solo partidaria y política, sino fundamentalmente ciudadana, pues el gobierno del populismo-masista inició su segunda versión de gobierno, retornado a noviembre de 2019, promoviendo su discurso de un supuesto golpe de Estado y que no hubo fraude electoral, lo que sirvió de justificativo para desatar una persecución política lamentable a gente del gobierno transitorio, comenzando por la expresidente Jeanine Añez, que fue encarcelada, acusada de terrorismo y otras figuras delictivas inconsistentes, lo que ha levantado observaciones de instituciones de Derechos humanos del país y el exterior.
Varios jefes militares y policiales también han sido encarcelados, por una política de venganza y amedrentamiento. A su vez los delitos contra bienes públicos y privados cometidos por elementos del partido de gobierno, fueron mediante ley, por la mayoría legislativa oficialista, declarados impunes, lo que ha determinado una situación de atentado contra la Constitución y las leyes, que determinan que toda acción delictiva debe ser investigada y sancionada.
El cuadro económico del país ha mercado señales rojas, con déficit fiscal, de la balanza de pagos, déficit en el comercio exterior, elevada deuda interna y deuda externa, inflación creciente, etc. Por otro lado, importante número de centros de actividades económicas cerraron, despidiendo personal que ha acrecentado el desempleo y aumentado la economía informal, que está en rededor del 80 % de la población económicamente activa. La producción y productividad están en niveles bajos y si bien en números generales (no oficiales pues el INE no los ha dado), la economía habría reaccionado en alguna medida, como en todo el mundo, la mejora ha sido leve.
En el campo social, la crisis económica, desatada por la baja de los precios de los “commodities” que exportamos y la terrible pandemia del covid-19 que nos azota, ha arrojado cifras también rojas en el “desarrollo humano”, como empleo digno, educación y salud, que han desnudado el abandono de estas variables en los catorce años del gobierno del Evo Morales, que no aprovechó un tiempo de vacas gordas y despilfarró importantes recursos públicos.
El año que empieza está con algunos nubarrones negros, pues la ciudadanía en general está en la incertidumbre, lo que determina que se paren o disminuyan las inversiones privadas internas, baje el ahorro privado y se agudice el cuadro económico. Podría darse una presión sobre el valor cambiario, en especial cuando los productos de los países vecinos han bajado de precio y entran a nuestro mercado por importación y contrabando, afectando la escuálida producción nacional, pues ahora es más beneficioso importar que producir. El plan de desarrollo propuesto por el gobierno, en cuanto a la sustitución de importaciones, no tiene viabilidad con un dólar depreciado.
Si bien los precios de minerales e hidrocarburos han subido en el mercado mundial, la baja en la producción de gas nacional afectará las medidas gubernativas. Los planes oficiales basados en el consumo interno, captación de recursos externos para el Estado, y reactivación del aparato productivo, quedarán en planes, pues no ha habido ni habrá inversiones directas externas por inseguridad jurídica, un régimen de corte socialista- estatista, elevada presión tributaria y ausencia de incentivos a la producción y productividad.
La política del régimen de dividir a la sociedad boliviana entre campo y ciudad; oriente y occidente; entre populistas socialistas y demócratas liberales, ha tenido el resultado de noviembre de 2019 con la insurrección popular que echó del poder a Evo Morales. Ahora seguimos en ese cuadro peligroso para la paz y la estabilidad social, las cuales son tan necesarias para encarar un desarrollo efectivo. Deseamos que la democracia sea el camino de resolución de nuestros problemas.

El autor es Abogado, Politólogo, escritor y docente universitario.

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