i) En toda época escuchamos distintas versiones de sucesos políticos que ocurren y en el sentir ciudadano hacia la opinión pública surgen las dudas en cuanto a si lo ocurrido corresponde a la veracidad de los hechos, sin distorsión de la realidad.
ii) La divergencia de opiniones siempre es positiva, el eje fundamental corresponderá a que todo lo del bien común debe estar ligado a principios, valores, a la ética misma.
iii) Es inaudito que políticos que representan al pueblo tergiversen a su modo los hechos, ellos representan a la gente, al pueblo y si ingresan en funciones, sus acciones son únicamente administrativas.
iv) El tratar de imponer cuestiones alejadas del bien común constituye una arbitrariedad y peor aún si todo a la medida de los intereses personales.
v) Ser demócrata es ser decente, de manera que los grupos que aparecen en diferentes épocas intentando acomodar otros modos tendrían que ser apartados por la misma población a través de la censura pública.
Hoy más que nunca se necesita nuevos líderes, imbuidos de una ética aplicada que conlleve acciones de progreso y oportunidades para todos.
El autor es Master en Gestión Pública.