sábado, septiembre 28, 2024

Willy Camacho

Nuestro invitado de lujo hoy en Cvltvral es uno de los escritores más representativos y con mayor reconocimiento de los últimos lustros, siendo su trabajo un verdadero referente para las nuevas generaciones que gustan de ahondar en el mundo de las letras. En esta exclusiva conoceremos un poco más de su vida, su trabajo y su siempre declarada pasión, el “Tigre de Achumani”… Sean todos bienvenidos al show.

¿Quién es Willy Camacho?
Paceño, estronguista, apasionado por la palabra y todo lo que le rodea.

¿Qué factor decisivo te hizo seguir el camino de las letras?
Yo era economista cuando entré a la Carrera de Literatura, por hobby, para hacerla en 20 años y divertirme, ya que siempre me había gustado la literatura, pero bueno, había seguido otro camino y mi vida apuntaba hacia otro lado. Ya en Literatura, al finalizar el primer año de carrera, me di cuenta de que eso era lo que realmente quería seguir haciendo el resto de mi vida, y dejé la economía nunca más la volví a ejercer. Me puse a estudiar duro y a tiempo completo.

¿Cuál fue el primer libro que tuviste entre manos?
Bueno, entre manos, creo que “Confesiones de motel” de Paulovich. Lo recuerdo por sus dibujitos, no lo leí, era muy niño. Ya a mis nueve años, leía algunos libros que mis padres me regalaron, libros con ilustraciones: Miguel Strogoff, de Julio Verne, creo que fue el primero.

¿El escritor nace, se hace o ambos?
Ambos, definitivamente. Siempre hay una chispita que se puede distinguir, desde niños, la vocación hacia la lectura, la escritura… Y obviamente, también -en el caso de los narradores– la habilidad de inventar historias verosímiles, cosa muy útil para escapar de problemas cuando eres adolescente. Luego todo es cuestión de oficio, de formación y práctica constante.

¿Cuál fue el primer escrito tuyo que te causó verdadero orgullo?
Fue “La secta del Félix”, pues con ese cuento gané el Franz Tamayo. Yo no soy de concursar mucho; de hecho, después de ese premio no volví a participar más en un certamen literario Antes lo había hecho también en el Tamayo y obtuve una mención. Ganar un premio, más allá de la platita, es como una confirmación de que vas por el buen camino, de que algún futuro tienes, entonces además de orgullo, sientes que no te equivocaste de camino.

¿En qué sentidos consideras que un escritor evoluciona con el paso del tiempo y de libro a libro?
En los primeros textos yo era muy inocente, abusaba de lugares comunes, y lo cierto es que mis editores tampoco hicieron bien su trabajo. Esos detalles luego uno los va puliendo, y por lo menos en mi caso, comencé a buscar más la economía del lenguaje, decir más con menos palabras. Construcciones breves, al grano, sin tanto adorno de barroco andino que me caracterizaba al principio. Pero todo son etapas, siempre se puede volver a los orígenes o estacionarse un tiempo en algún estilo. El hecho importante es que el autor busca una voz propia, que los distinga del resto, y su evolución se mide en eso precisamente: cuánto ha avanzado en la construcción de su voz distintiva.

¿Cuántos trabajos publicados tienes en tu haber?
Tengo “Réquiem para once” –con Sebas Antezana y Dani Renjel–, ese fue el primero; luego salió el libro del Tamayo “La secta del Félix”; después “El misterio del estido”. Dos años después, “Cuentos escogidos”. En alguna Alasita de hace muchos años salió un librito de microficciones que ni yo lo tengo, “Poco Blablá…” Luego he hecho algunas antologías, como “Memoria emboscada” para Alfaguara; y con Daniel Averanaga hicimos dos tomos de “Gritos demenciales”, antología de cuento boliviano de terror. Entre otras cosas, pues en revistas y prensa no puedo contar cuantos textos he publicado, pero seguro pasan de los 250.

Es difícil elegir una obra como autor pero ¿Alguna de tus obras te causa más orgullo o cariño por sobre las otras?
Todo es por épocas. Últimamente siento especial afecto por “Sutura dominguera”, un cuento que fue escrito casi por encargo, y que años después fue llevado al teatro por Graciela Tamayo. A partir de esa experiencia, otros cuentos también se usaron para crear obras de teatro. Yo no me metí porque eso es labor de los dramaturgos y respeto ese espacio. Todas las adaptaciones me gustaron, las disfruté mucho.

¿En qué género que aún no has ahondado te gustaría experimentar?
Crónica. He hecho algo de crónica, pero quiero hacerlo de manera más seria. Lamentablemente, se necesita tiempo y plata para hacer investigación, y a veces ambos recursos no coinciden, pero espero pronto hacer más en este género.

¿Qué tan diferente concibes tu labor como editor de 3600 a cuando te dedicabas a escribir solamente para ti y tus lectores?
Es otra cosa. Y es lindo, pues a lo largo de estos años he visto muchos autores y autoras nuevos empezar su carrera. Como que le he tomado el pulso a la literatura nacional, esto también a través de los concursos que la Editorial auspicia (Nacional de Novela, Franz Tamayo de Cuento y Poesía, Guamán Poma de Ayala en Lengua Originaria, Yolanda Bedregal de Poesía y Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela de Crónica), y ya que 3600 solo publica a bolivianos y bolivianas, hacemos una importante labor por la difusión de nuestras letras y, sobre todo, en el descubrimiento de nuevos valores. Obviamente, este es un trabajo que demanda prácticamente todo mi tiempo y atención, lo cual me deja poco espacio para hacer proyectos propios, que los últimos años se han concentrado en textos para prensa y revistas.

¿Qué planes tienes en agenda para 2022 según la pandemia permita?
Para empezar, quiero atender algunos temas de salud. Luego, darme un espacio para avanzar en un proyecto de escritura que tengo entre manos hace algunos años. Y en el ámbito editorial, vamos a hacer una reingeniería en 3600. Ocurre que hemos estado produciendo a un ritmo tremendo, y esos es muy desgastante, a todo nivel. Un promedio de 50 libros por años es toda una proeza, pero creo que es momento de bajar un cambio. Por lo pronto, a principio de 2022 sacaremos el nuevo libro de Adolfo Cárdenas, con el que iniciaremos un nuevo formato para la colección de cuentos. También lanzaremos la última novela de Guillermo Ruiz y continuaremos con el proyecto obra completa de Claudio Ferrufino-Coqueugniot. Eso, por mencionar a algunos de los consagrados. Y no descuidaremos lo que constituye el principio rector de 3600: alentar la creación literaria de nuevos escritores.

Checklist:

3 películas obligatorias:
– Memento de Cristopher Nolan.
– La nación clandestina de Jorge Sanjinés.
– Cidade de Deus de Paulo Lins.
3 libros inolvidables:
– Periférica Blvd. de Adolfo Cárdenas.
– Ficciones de Jorge Luis Borges.
– Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.
3 escritores que más admires:
– Camila Urioste. Claudio Ferrufino
– Coqueugniot.
– y Adolfo Cárdenas.
3 cosas imprescindibles en la vida:
– Salud. Música y Palabras.

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