martes, septiembre 3, 2024
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Para la historia

La democracia tuvo a sus allegados y también a ciertos picaros. Los primeros la honraron, asumiendo sus principios más elementales. Y los segundos la desvirtuaron, supeditándola a sus más nefastos propósitos. Estas últimas acciones empañaron su imagen, de manera irreversible.
“Se respetó los derechos humanos”, dijo, en ese contexto, el presidente, Hernán Siles Zuazo, considerado como un defensor y artífice de la democracia boliviana, en 1984. “Preferimos el diálogo y la persuasión, en un marco de irreprochable respeto al hombre, las libertades democráticas y las garantías sindicales”, reiteró.
Políticos de ese temple y mentalidad, marcaron el cambio de la historia, en una coyuntura, nacional y regional muy complicada. Sacrificaron la tranquilidad y bienestar de sus familiares, por el bien común. Vivieron sobre ascuas permanentemente. En la austeridad, más inconcebible. Pero lograron reencausar, sobre todos los riesgos que significaba luchar contra los omnipotentes, la democracia, en momentos adversos. “Durante los primeros diez meses de Gobierno Constitucional, la democracia en nuestro país tuvo que enfrentar grandes obstáculos y agudos problemas que hicieron de este periodo uno de los más dramáticos en la historia de Bolivia”, confesó el dignatario de Estado en 1983.
A 39 años de la restitución del sistema de libertades, otras son las circunstancias en el tablero político nacional. Otros son los actores, entre ellos muchos jóvenes, quienes ignoran, quizá por falta de formación política, los genuinos postulados de la democracia. Pero algunos lo practican según sus intereses particulares. Muchos la manipularon para imponer sus tenebrosos designios. Al extremo que lo tergiversaron, para seguir saboreando el néctar del Poder.
La democracia fue recuperada para garantizar y salvaguardar los derechos humanos, consagrados universalmente. Ese fue el objetivo prioritario. En torno a este se aunaron esfuerzos e inquietudes en la década del 80 del siglo pasado.
En las dictaduras aquellos fueron atropellados y pisoteados por quienes decían ser “los salvadores”. Prueba de ello es la existencia de una nómina larguísima de las victimas del autoritarismo. Los bravucones quisieron silenciar a quienes pensaban diferente. Quisieron imponer, sobre ríos de sangre, sus proyecciones político – ideológicas, en connivencia con fuerzas externas. Con la ayuda y la simpatía de otros dictadores que merodeaban alrededor de nuestras fronteras patrias. Poderosos e intocables que infundían terror. La prensa también fue objeto de intimidación.
Por consiguiente: las condiciones objetivas y subjetivas estuvieron dadas para que retornara la democracia en 1982. Los excesos dictatoriales habían dejado profundas heridas en el pueblo boliviano y por ello había que reivindicar la libertad, a cualquier costo. Y se hizo realidad ese proyecto, con acción conjunta. Deponiendo actitudes político – ideológicas. La búsqueda de la democracia, estuvo reflejada en la fuerza del movimiento anti dictatorial. Hoy en las nuevas generaciones, que incluyen a los “enviados”, disfrutan sus frutos, ignorando más fundamentales enunciados.
En suma: se debería trabajar para restituir la verdadera democracia.

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