lunes, julio 8, 2024

Homo Deus

Parte II

Prosiguiendo con el comentario de esta valiosa obra, me referiré hoy a la segunda parte, en ella nuestro autor analiza el comportamiento humano en diferentes sociedades, las más avanzadas como Estados Unidos y Europa y las todavía primitivas como las africanas y algunos países de Asia y su conclusión es que esa diferencia es atribuible al desarrollo del cerebro y de la forma en que las sociedades han decidido su organización.
El mundo se ha ido organizando entre países socialistas y otros liberales, lo que ha dado lugar a diferentes comportamientos y nos recuerda que “en la Navidad de 1914, los liberales estaban traumatizados por la guerra y en las décadas que siguieron, sus ideas se vieron sometidas a un doble ataque desde la derecha y desde la izquierda. Los socialistas argumentaban que el liberalismo era en realidad una hoja de parra para un sistema despiadado, explotador y racista. En lugar de la tan cacareada libertad, léase propiedad. La defensa de los derechos del individuo para hacer lo que considere bueno supone en muchos casos salvaguardar la propiedad y los privilegios de las clases media y alta”.
Se pregunta ¿qué tiene de bueno la libertad para que uno viva donde quiera cuando no puede pagar el alquiler, estudiar lo que le interesa, costearse la matrícula, viajar a donde desea ni comprarse un coche? Bajo el liberalismo se hizo famoso un chiste: todo el mundo es libre de morirse de hambre.
Prosigue: “desde 1914 a 1989, las tres sectas humanistas libraron una guerra sanguinaria, y al principio el liberalismo sufrió una derrota tras otra. Los regímenes comunistas y fascistas no solo se adueñaron de numerosos países, sino que además las ideas liberales fundamentales se presentaron como ingenuas en el mejor de los casos o bien como rotundamente peligrosas. ¿Solo con dar libertad a los individuos el mundo gozará de paz y prosperidad? Si, ya”.
Prosigue un análisis de la Segunda Guerra Mundial, la derrota de los alemanes, La participación de la Unión Soviética para esa derrota.
Apunta: “en 1970, tenía 130 países independientes, pero solo 30 de ellos eran democracias liberales y la mayoría estaban situados en el rincón noroccidental de Europa.
En 1975 el campo liberal sufrió la derrota más humillante de toda la guerra de Vietnam terminó cuando el David norvietnamita venció al Goliat norteamericano”.
Concluye: “únicamente las armas nucleares salvaron la democracia liberal” y “el liberalismo sigue sacralizando las libertades individuales”.
El autor tiene otra reflexión sobre la humanidad y el conocimiento cuando señala: “ampliar nuestros horizontes podría hacer que el tiro saliera por la culata provocándonos aún más confusión e inactividad. Con tantas situaciones hipotéticas y tantas posibilidades. ¿a qué deberíamos prestar atención? El mundo está cambiando más de prisa que nunca y nos vemos inundados por cantidades imposibles de datos, de ideas de promesas y amenazas”.
Nos invita a reflexionar sobre tres procesos interconectados:
1. La ciencia converge en un dogma universal, que afirma que los organismos son algoritmos y que la vida es procesamiento de datos.
2. La inteligencia se desconecta de la conciencia.
3. Algoritmos no conscientes pero inteligentísimos pronto podrían conocernos mejor que nosotros mismos.
Para concluir, es un libro sobre la nueva agenda humana, una reflexión sobre cómo ha evolucionado la vida y el conocimiento y las implicaciones que ello tiene para el futuro de la humanidad. Es un libro simplemente extraordinario.

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