miércoles, enero 15, 2025
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Discutir no es pelear

Por: Veronique de Miguel

Es verdad, no es lo mismo discutir que pelear. Discutir implica un cambio de pareceres de una manera controlada, teniendo en cuenta siempre que la persona con la que no estamos de acuerdo es tan respetable como nosotros mismos, su opinión es igual de valiosa y, además, es… la persona que amamos. Con lo cual no queremos herirla, pero sí exponer nuestra forma de pensar diferente.

No es infrecuente escuchar “Nosotros nunca peleamos” o “Nosotros no tenemos ni un sí ni un no”. Esto no es saludable, aunque pueda parecer lo contrario. Si una pareja no tiene ningún punto opuesto en algún momento de su relación es que una de las dos partes está concediendo más de lo saludable y deseable.

Vivimos en pareja, pero seguimos siendo, siempre, individuos independientes. De hecho, ahí radica uno de los éxitos de una pareja feliz. Entonces, en algún momento de la relación vas a no coincidir con tu pareja. No te asustes, no te preocupes. Ocúpate y, sobre todo, intenta que la discusión no se convierta en pelea.

Una discusión saludable es aquella donde cada uno puede exponer sus puntos de vista y ser, a su vez, escuchado y escuchador del otro. De una discusión bien entendida y llevada, la pareja sale fortalecida en su conocimiento del otro y en la estructura de la misma pareja.

Ahora bien, para esto hay que saber discutir. Sí, hay que tener cuidado con no agredir, ni de palabra tampoco de hecho. Hay que contener la ira en un momento de pasión, hay que saber escuchar, interpretar y hay que saber admitir y pedir disculpas, si llega el caso. Se trata de un elegante juego de esgrima verbal y no de un combate de boxeo. No queremos salir heridos ni dañar a esa persona que tanto amamos, solo se trata de definir posiciones y considerar las del otro.

Aprender a discutir es algo muy valioso para un matrimonio, tanto que, probablemente, sea uno de los pilares en los que se sostiene toda la familia.

Las reglas básicas a seguir para que la discusión no acabe en pelea, son:

No insultarse, ni usar palabras fuertes.

Hablar sin levantar la voz.

Jamás recurrir a la violencia física.

Limitar la discusión a problemas del presente, sin recapitular en ofensas y dificultades del pasado.

Definir el problema con la mayor claridad posible.

Ofrecerse, mutuamente, alternativas de solución.

Tratar de llegar a un final feliz

 

LOS PELEADORES LIMPIOS (discutidores)

Se preocupan por buscar soluciones que dejen satisfecho a su cónyuge.

Saben exponer sus puntos de vista con claridad y en forma breve.

No recurren a las lágrimas ni al chantaje moral.

Tratan de proponer soluciones inteligentes.

Saben escuchar.

Buscan más las coincidencias que las diferencias y se recuerdan, a sí mismos, que tienen a esa pareja a su lado porque la aman.

 

LOS PELEADORES SUCIOS

Insultan, gritan y manotean.

No tienen la menor consideración hacia los sentimientos de su cónyuge.

Se niegan, rotundamente, a discutir problemas y conflictos.

Insisten en que las cosas se hagan a su modo y no aceptan soluciones que satisfagan a ambos.

No saben escuchar.

Sólo están interesados en ellos mismos; en nadie más.

Provocan discusiones con su pareja en público.

La humillan con frecuencia, tanto en público como en privado.

No cumplen los compromisos que adquieren.

PARA QUE NINGUNO SALGA HERIDO ES ACONSEJABLE EVITAR DISCUSIONES EN PÚBLICO.
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