Hace aproximadamente 87 años había emergencia nacional, por la confrontación bélica entre Bolivia y Paraguay (1932-1935). Conflicto que provocó la pérdida de 234 mil kilómetros cuadrados y más de 65.000 muertos.
Los bolivianos estuvieron conminados a defender la soberanía nacional. Jóvenes de diferentes estratos sociales y procedentes de las ciudades y del campo se enrolaron en filas del Ejército, para reafirmar la unidad nacional, ante el peligro que se cernía sobre la Patria. Solo algunos rehuyeron ese sagrado deber. Estos fueron juzgados negativamente por las generaciones posteriores.
La juventud que prestaba servicios en el ramo judicial, del departamento de La Paz, no quedó indiferente ante esa situación. En consecuencia, muchos de ellos, de la ciudad y las provincias, marcharon al frente, como conscriptos reservistas. Lo hicieron inmediatamente les tocó ese rol. Ahí tenemos a Juan Carrillo, Rubén Viscarra, Gustavo Calderón, Severo Oblitas, Misael Bustillos, Roberto Calderón, Humberto Calderón, Ricardo Fuentes, Froilán Calderón, Isaías Verástegui, Jorge Mercado, Ricardo Llanos, David Peralta, José Mendoza Cuentas, Luis Ariñez, Constancio Mejía, Ernesto Jáuregui Nattes, Jacinto Rubín de Celis, Eloy Escóbar Pinto, Manuel Salmón, Eduardo Valdez, Fidel Salas, Donato Vera, Donato Borda, Emilio Narváez, Luis Vera, Fausto Torrico y otros.
Además, autoridades y trabajadores del sector hicieron una contribución pecuniaria a la causa patriótica, que preocupaba a una población estimada en 2.094.303 habitantes. Aportaron Bs. 500 los funcionarios judiciales de la ciudad y Bs. 523.80 los de provincias. Estos datos están insertos en el “Discurso Informe” del presidente de la Corte Superior del Distrito de La Paz, Hiram Loayza, que pronunció en ocasión de la Apertura del Año Judicial de 1933.
“El actual estado de guerra con el Paraguay sacude hondamente el sentimiento nacional, por lo mismo que en nuestra historia bélica internacional, es el conflicto de mayores proporciones por el número de combatientes y la ofrenda de sangre en defensa de la Patria sagrada”, reiteró el magistrado paceño.
Entonces la justicia, pese a sus falencias, tenía un rostro patriótico, espíritu ecuánime y principios solidarios, logrando alcanzar el reconocimiento de propios y extraños. Atributos que se han deteriorado, desgraciadamente, con el transcurso de los años. Debido, particularmente, a la manipulación de los políticos, en dictadura y democracia. Estos han tratado siempre de supeditarla a sus intereses particulares y mezquinos. He ahí la verdad histórica, lo demás es cuento.
La justicia, posiblemente ahora más que nunca, está seriamente cuestionada. Sus operadores incurrieron en hechos que no condicen con la ética ni la moral. Por tales razones atraviesa uno de sus peores momentos. Inclusive un representante de organismo internacional tendrá a su cargo examinar la justicia en Bolivia. Estamos llegando a extremos en una democracia que tiende a perder su objetividad histórica. Bueno, es otro tema.
En suma: ¡honor y gloria a todos los hombres y mujeres que ofrendaron sangre y vida en el ara de la Patria!
Operadores de justicia
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