Parte II
En esta lógica instrumental y gerencial de la investigación juega un papel importante su dependencia de las políticas particulares (partidistas y dependientes de los grupos de poder económico y social). A esto se une la necesidad de legitimarlas con “evidencias” que permitan imponer esta lógica neoliberal, neoconservadora y autoritaria a la que estamos derivando. Esto elimina cualquier posibilidad crítica y alternativa.
Frente a este escenario, cada vez más opresor, la sociedad necesita miradas alternativas que alienten otra esperanza en un sistema mundo, más justo, equitativo, solidario y democrático, e implicado con el compromiso por la existencia, tanto de la especie humana como del mundo en general. Especialmente se hace necesaria una investigación centrada en los sujetos y sus colectivos, así como en los procesos sociales de cambio, que permita construir propuestas transformadoras desde estrategias colaborativas, horizontales y al servicio de las comunidades. Esto supone, tanto avanzar desde modelos con largas tradiciones y propuestas asentadas (aunque marginadas y relegadas), como proponer otros nuevos que nos devuelvan al sentido más humano del hacer investigador de acuerdo con los nuevos escenarios que emergen en un mundo en transformación; para bien o para mal.
LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA
En el campo de la educación, que es el que particularmente me implica, la situación es especialmente dramática, si observamos hacia dónde se están orientado los cambios legislativos y prácticos del trabajo docente. Estamos entrando en lo que me atrevo a denominar “bucle tecnocrático”, controlado por la economía y el mercado. Lo educativo se convierte en un protocolo técnico, preocupado por su mera ejecución y no por su significatividad. Preocupa más la prescripción y la verificación de su cumplimiento, que el desarrollo de una comprensión crítica y participativa del sistema en el que habitamos, tanto desde el punto de vista social como natural.
El debate educativo queda reducido, casi en exclusiva, a las condiciones del cumplimiento de un diseño de tareas, previamente establecido, donde al sujeto solo le cabe la capacidad de “ajustarse” al mismo. La investigación educativa queda reducida, por tanto, a la búsqueda de la “evidencia” que dé cuenta de este cumplimiento. De este modo el debate educativo y el sentido de las prácticas pedagógicas queda anulado, o subsumido a un mero problema técnico, de ajuste personal o curricular (léase la llamada innovación educativa), orientado hacia su articulación en un mercado profesional, laboral, económico o productivo. De nuevo queda fuera de foco el debate sobre los fundamentos epistemológicos, axiológicos y metodológicos, dando por buenos los protocolos diseñados desde las agencias que controlan la investigación y la producción de la misma.
Desde mi punto de vista creo que hay una obligación moral de provocar un giro de este escenario, propiciando propuestas epistemológicas y metodológicas que nos sitúen en un plano diferente de discusión, donde la existencia y lo humano ocupe el centro del escenario. Muchas de ellas están poniéndose en práctica en contextos socioeducativos complicados, que apuestan y apoyan proyectos de transformación social, política, económica y cultural.
El problema no está en crear una nueva propuesta alternativa a las anteriores, sino en generar un nuevo marco de comprensión social y educativa, desde presupuestos basados en la diversidad y la construcción compartida, aún desde la diferencia. De alguna forma propongo cambiar el campo de juego, para reconstruirlo desde un diálogo democrático, horizontal, abierto y complejo de los relatos de mundo legitimados. No desde el poder político y económico, sino desde el sentido de lo comunitario, lo público y lo colectivo. Por tanto, sugiero una investigación vinculada a los valores antropológicos básicos que nos constituyen como especie, como colectivo y como proyecto de mundo.
VIII JORNADAS DE HISTORIAS DE VIDA EN EDUCACIÓN
En este sentido, en el año 2010 iniciamos una trayectoria de encuentros bajo la denominación de “Jornadas de Historias de Vida en educación”, que se han ido sucediendo en distintas sedes: Barcelona, Málaga, San Sebastián, Oporto, Almería, Lleida y Segovia. Ahora iniciamos de nuevo la rueda con la celebración de las VIII Jornadas a celebrar en Barcelona en el mes de abril. Para los que participamos en las mismas supone una oportunidad de reflexionar desde esta perspectiva epistemológica y crítica y avanzar en la construcción de una investigación “otra”, que propicie un cambio real del sistema educativo y social, en el sentido que estoy planteando en este escrito.
Entendemos que desde esta perspectiva se está propiciando otra perspectiva epistemológica, desde la diversidad, el conocimiento situado, el conocimiento en diálogo y el conocimiento en acción, las tres perspectivas desde las que pensar la transformación. Situados en esta orientación se apuesta, igualmente, por repensar los procedimientos metodológicos, qué entendemos por sujetos y por participantes, cómo son las prácticas, tanto institucionales como académicas, de hacer investigación, así como la ética implicada en toda relación entre personas.
Pensar la investigación de este modo nos sitúa en una posición de horizontalidad y cooperación con las instituciones educativas y los sujetos que actúan en las mismas, desde los distintos estamentos. Se rompe, de este modo, la tradicional jerarquía entre sujeto investigador y sujeto o sujetos investigados, siendo parte de los procesos de cambio educativo en los cuales se participa. La investigación se convierte en co-constructora de sentido desde una perspectiva democrática y emancipadora. Investigar se convierte en un pensar juntos y juntas, en participar de lo comunitario, en “hacer” colaborativamente. De este modo lo metodológico se convierte también en parte de los procesos de resistencia política y cultural frente a la posición instrumental hegemónica.
Invito, pues, a pensar en una investigación “otra” que nos permita pensar en una escuela “otra” para una sociedad “otra” …
José Ignacio Rivas Flores, Director Instituto Emergente de Investigación en Formación de Profesionales de la Educación (IFE.uma), Universidad de Málaga.
Ibercampus