Empecemos puntualizando significado de la palabra “pandemia” en el contexto de la medicina. Según definición de los médicos del Hospital Ángeles (https://hospitalesangeles.com): “Pandemia, es una enfermedad que se extiende a muchos países y continentes, traspasa gran número de las fronteras, supera el número de casos esperados y persiste en el tiempo, además ataca a casi todos los individuos de una localidad o región”.
Eso es lo que pasó con la pandemia covid-19, afectó a millones de pobladores de todo el mundo desde diciembre de 2019 hasta nuestros días. Esta enfermedad pandémica alcanzó vuelo incontrolable, cuando aún no había vacunas salvadoras; propagando el virus rápidamente, que ingresa por la boca y la nariz en forma de pequeñas partículas, expulsadas por un infectado al toser, estornudar, hablar, cantar o respirar. Por ello, adoptamos la necesidad de usar barbijo, lavarse las manos y mantener distanciamiento físico de 1.5 metros de persona a persona, evitando asistir a concentraciones masivas.
En el periodo de propagación y expansión del covid-19, el virus afectó sin piedad a personas de la tercera edad, de 60 a 80 años; abuelitos y abuelitas fueron intubados a un aparato que daba oxígeno, sin despedirse de sus seres más queridos: hermanos, hijos y nietos. Cuando la pandemia llegó a todos los países, en una segunda fase atacó a los jóvenes y personas adultas de 30 a 50 años. Algunas de estas personas por constitución física, alimentación y medicamentos que consumieron, aguantaron y superaron el embate de la pandemia.
En esa coyuntura sanitaria, ¿quiénes fueron víctimas de la pandemia? Innegablemente fueron los niños, pues muchos han perdido a su mamá, luego a su padre; quedando huérfanos sin protección y cuidado de sus progenitores, desamparados en la tristeza, soledad y con deudas económicas dejadas por los que se fueron a la eternidad, víctimas del coronavirus. Originando problemas sociales de sufrimiento, abandono, desamparo, explotación, trata y tráfico de los niños y adolescentes huérfanos, sin guarda ni tutela legal de la familia.
Por lidiar con la continuidad de la vida, quedarse sin padre ni madre; la vida para estos niños y jóvenes cambió absolutamente; algunos están subsistiendo junto a familiares de segundo y tercer grado, como son los abuelos, hermanos y tíos. Y otros están al lado de los vecinos, personas nobles y solidarias. Pero, sin el cariño y ternura de la familia, la vida no es lo mismo. Algunos niños y adolescentes obligados por la situación de pobreza económica, abandono y hambre, dejaron la escuela.
Esta realidad de los niños huérfanos, víctimas de la pandemia; es una situación que movió los sentimientos más profundos de los maestros y maestras de las escuelas, quienes se percataron inmediatamente de la ausencia de sus estudiantes en clases presenciales, semipresenciales y virtuales; sin recursos para apoyarlos materialmente. El Estado y la sociedad en su conjunto, también deben mirar objetivamente su entorno para apoyar con recursos materiales a los huérfanos y acabar con el hambre que están pasando en sus domicilios y calles de los centros urbanos.
Sugerimos al gobierno central, a los departamentales y municipales; levantar datos estadísticos fiables que reflejen el estado situacional de vida de los niños y adolescentes huérfanos por la pandemia covid-19, para ofrecer políticas de ayuda, apoyo con alimentos, abrigo y materiales escolares. Dejemos de lado nuestra indiferencia, egoísmo, mezquindad e individualismo; los niños y jóvenes víctimas de la pandemia, ahora más que nunca, demandan y requieren la solidaridad del Estado.
Víctimas de la pandemia
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