martes, septiembre 3, 2024
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Las lecciones del covid

Algo que no muestran las proyecciones estadísticas sobre crecimiento o decrecimiento de los índices del virus chino es el hecho de que este ha hecho evaluar nuestra capacidad de respuesta colectiva e individual ante una crisis y poner en la balanza el valor de la socialización y el de la salud, ambas mediadas por las tradiciones que forman parte de los procedimientos de socialización e identificación. Y es que, considerando la edad promedio en Bolivia, de 23 años, se puede decir que es un pueblo joven y por eso la inclinación a la festinación es una transversal de la cultura, que unida a las tradiciones proporcionan una identidad que en nuestro medio implica socialización masiva. Lo opuesto sería la tradición de la ceremonia japonesa del té. Y parecería una combinación riesgosa dada la “peste”, pero que ha hecho reflexionar sobre qué valores privilegiamos.
Y tanto en la pasada feria de Alasita, como en el carnaval, vemos que las autoridades prefieren correr riesgos sanitarios, a perder popularidad, simultáneamente empujados por la presión de la economía informal. Si bien la feria de miniaturas, Alasita, tiene su significación histórica y cultural, como una manifestación del deseo de prosperidad en sociedades agrícolas que dan gran importancia a los ciclos de cosecha o siembra y de las pequeñas semillas que contienen la promesa del futuro fruto, asegurando la continuidad de los alimentos y con estos de nuestra vida, son antiguos rituales de fertilidad que culminan en el carnaval y son motivo de socialización que convoca a aglomeraciones, y es factor de contagios.
Pero la gente valora más la socialización que la salud y aunque estar vacunada no la hace completamente inmune, es necesario sopesar qué cosas consideramos valiosas, para poner en equilibrio tradición y razón y repensar la necesidad de grandes aglomeraciones.
Noto como una tendencia cultural post encierro por el covid-19 una mayor atención hacia la condición física, ya no solo por estética, como para tener mejor resistencia, y el cuidado de la alimentación, para tener una dieta equilibrada y que “tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento” (Hipócrates). No veo más puestos de salchipapas, pero sí veo más bares verdes, tiendas de granos secos y productos naturales. ¿Por qué no pensar en esa lógica sobre nuestro grado y calidad de socialización y diversión? ¿Qué tanto estruendo necesitamos para ser felices? Para los que sobrevivieron al virus, la vida ha cambiado de perspectiva para valorar la salud por sobre todo y el tiempo de calidad, tal vez esa sea la lección más importante del virus.

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