viernes, diciembre 27, 2024
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¿Inversiones para salir de la pobreza?

Es importante reconocer que en el país hay conciencia de la necesidad de invertir capitales financieros, tecnológicos y humanos para encarar, decidida y decisivamente, la gran batalla contra la pobreza. Esta es realidad que tiene gran peso en todos los países del Cuarto Mundo y, en siquiera un 60% de naciones del Tercer Mundo; pero, siempre se ha reconocido que la falta de integración, entendimiento y renunciamiento a egoísmos que se reflejan en nacionalismos extremos, posiciones ideológicas de diversa índole, intereses y conveniencias creados de políticos y personales han impedido concretar los buenos propósitos.
A estos extremos vividos en los últimos cincuenta años, se añade la presencia del coronavirus y sus tentáculos derivados en pandemias que todos los pueblos se han visto obligados a soportar y, reconocida la ausencia de remedios, recién hubo preocupación para ver qué es lo que se debe hacer, cómo encarar las consecuencias que cobran víctimas con muertos y enfermos, qué decidir ante las falencias en medicinas, alimentos, artículos de urgencia, falta de médicos, enfermeras, hospitales, clínicas y otros que se requieren. Las necesidades han llegado a los peores extremos como la carencia de ataúdes, nichos en cementerios y sitios para enterrar a los cadáveres, y hasta imposible pensar en contratiempos que han resultado nimios ante la gravedad de todo lo que se presenta en el diario vivir de los pueblos.
Para los países ricos y desarrollados, el drama ha sido más llevadero porque, al margen de haber enfrentado guerras y problemas derivados del armamentismo y las diferencias ideológicas, han contado con infraestructura, médicos, oxígeno e implementos para enfrentar al virus; la misma disponibilidad de vacunas ha sido mayor y, en muchos países se ha llegado a un segundo turno con mayor facilidad; en cambio, cuán diferente la situación de los países pobres porque a las falencias financieras se añadió la carencia de hospitales, clínicas, médicos, enfermeras, medicamentos de urgencia, oxígeno, medios y vituallas que aún faltan. El drama mayor es padecido por pueblos del Cuarto Mundo que por miles cobra el coronavirus sin que el resto del mundo pueda remediar.
Estas situaciones dan lugar a que las grandes diferencias habidas se agranden porque los ricos han podido enfrentar todas las contingencias derivadas de las pandemias y hasta rehacer sus falencias económicas por contar con los medios financieros precisos y la infraestructura industrial necesaria que la pobreza impidió conseguir siquiera en un 75% a los pueblos carentes de lo necesario para enfrentar al virus y a las mismas consecuencias del mismo que en diversas formas se han presentado en todo el mundo.
Los razonamientos indicados obligan a pensar que, si en tiempos normales nos era difícil encontrar eco en capitalistas para que inviertan en Bolivia, ahora con la pandemia que afecta a todos, ¿podríamos esperar inversiones, habida cuenta que los mismos ricos se encuentran empeñados en consolidar sus economías? Todo señala como difíciles tales posibilidades y, quedaríamos en el camino de hacer lo que hace años se requiere: que el gobierno garantice a posibles capitalistas nacionales para que amplíen sus actividades en el país, creen industrias, incrementen sus instalaciones industriales que actualmente tengan, que abran mercados externos para su producción y agranden el que tienen en el país; que –al margen de lo hecho hasta ahora– ofrezcan más oportunidades a su personal profesional y de planta para que amplíen sus conocimientos e inclusive tengan oportunidad de acceder a becas en el exterior; que, en la medida que sus instalaciones permitan, contraten más personal; que, si las posibilidades financieras dan lugar, diversifiquen inversiones y, además, den lugar a posibles nuevos socios con los aportes debidos conforme a las leyes.
El letargo en que se encuentra la industria paralizada y, mucho más, los industriales y comerciantes en esperas que se hacen inútiles, despierten de su largo letargo y decidan reaccionar por el lado de las inversiones y producción propias capaces de competir con lo foráneo para producir lo que nuestro mercado demande. Que todo requeriría decisión y coraje, es innegable; pero, si no acudimos a lo nuestro y lo fortalecemos, será difícil salir de la profunda sima de pobreza en que nos encontramos.
Hace muchos años, un presidente sentenció “Bolivia se nos muere”, y debido a las medidas que se tomó nunca ocurrió. Ahora, tiempo en que las dificultades y la pobreza son mucho mayores, esa sentencia es imposible porque las condiciones han cambiado y la voluntad y conciencia de los bolivianos se han fortalecido debido a que las circunstancias son totalmente diferentes.
Habrá que redundar en que debe haber inversiones, pero inversiones consistentes en trabajo, disciplina, honestidad, honradez, responsabilidad y toma de conciencia de valores de todos. Este conjunto de condiciones valiosas daría lugar a creer que Bolivia es capaz de responder a sus propios desafíos y concretarlos.

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