Nunca esta antigua, como sabia frase latina “Si quieres la paz, prepara la guerra”, habría tenido tanta actualidad, como la que ha adquirido ahora, cuando muy difícilmente podemos abstraernos del tema de la guerra, y menos aún, cuando ésta se ha generado a partir de una cruel, como desvergonzada invasión de Rusia, una de las tres potencias bélicas más poderosas del planeta, en contra de una nación inocente y pacífica como es Ucrania. Algo similar a consentir la violación y posterior asesinato de una frágil gacela, a manos de un oso endiablado.
Para consumar este crimen, Vladimir Putin, epígono de Lavrenti Beria, ex jefe del temible servicio de espionaje estalinista KGB, creyendo en la rendición total de Ucrania, apenas sus tropas asomaran a sus fronteras, lanzó una guerra relámpago inadvertida e indiscriminada, causando el mayor daño posible a su población civil e infraestructura y convocando públicamente al ejército ucraniano a deponer a su gobierno, al cual tilda de nazi fascista, y de ser un conjunto de drogadictos.
Sin embargo, tras la primera arremetida, se topó con un pueblo patrióticamente decidido y henchido de una mística que mostraron sus gobernantes combatiendo en el frente de batalla, y dispuestos a dar la vida para defender a su patria, una versión totalmente distinta a la que el malévolo invasor les quiso atribuir. En este punto cabe también destacar la ayuda militar prestada por países del occidente y la decidida actitud de la Asamblea de las Naciones Unidas, donde más de 140 países condenaron dicho atropello, contra 5 que lo aprobaron, y unos 32 que se abstuvieron celestinamente, entre los que lamentablemente figura Bolivia.
Es muy posible que la campaña disociadora, que por tantos años esgrimió Putin en Europa y países de nuestra América, podrían haber tenido mejor suerte, de no prevalecer su megalómana actitud zarista, que ha puesto en evidencia su evidente locura. Al realizar esta aserción nos basamos en los miles de personas que son detenidas estos últimos días en el propio centro de Moscú, por el solo hecho de oponerse a esta criminal invasión a Ucrania. Manifestaciones multitudinarias se realizan igualmente en casi todos los países de Europa mientras, curiosamente, nosotros en El Alto de La Paz festejamos la recreación del Instituto Boliviano de Energía Nuclear, dizque donado por los rusos, y una escuelita sintomáticamente denominada Corea del Norte. ¿Será que ello nos descifrará finalmente, la alucinante letanía “¿Ahora sí, guerra civil”?
A tiempo de escribir el presente artículo, tuvimos conocimiento de una suerte de invasión pacífica de tropas brasileñas, policiales o militares que ingresaron a las inmediaciones del parque nacional Noel Kempff Mercado, para destruir una fábrica de cocaína que producía 10 toneladas de ese alcaloide mensualmente. El que hayan intervenido tropas extranjeras para realizar dicha labor, sea con licencia constitucional (el Congreso) o sin ella, significa un avance en el término de invasión justificada y pacífica, que habría que patentarla y enviársela a Putin, como un mejor pretexto para su mentirosa y perversa invasión a Ucrania. Entretanto, también nos sirve a los que queremos la paz, por lo que debemos prepararnos para la guerra.