Al finalizar el Siglo XIX se hizo el intento más preponderante para cambiar a Bolivia de un Estado Unitario a otro de carácter Federal, fue en el año 1899 cuando se desarrolló el movimiento más serio para concretar este proyecto. Hay que recordar que la denominada Revolución Federal logró imponerse a la corriente y, así, se convocó a una Asamblea Nacional Constituyente para reformar la Carta Magna y, a continuación, dejar en el pasado el Estado Unitario. En tal espacio se produjo, curiosamente, un empate en la votación crucial y le tocó a don Lucio Pérez Velasco dirimir la cuestión. Este señor, como Presidente de la citada Asamblea, dio su voto a favor de la vigencia del Régimen y se puede decir que, desde entonces, primó el inconformismo en la población, pues se observaba que el centralismo radical no era el instrumento eficaz para el desarrollo general.
En concreto, los efectos de la centralización fueron siempre negativos, pues esta estructura siempre desencadenó un crecimiento muy desigual de las regiones, ya que se tuvo que promulgar la Constitución de Avanzada del año 2009 para anular en definitiva esos privilegios del poder central y abrir un abanico de posibilidades para una mejor identificación de las competencias regionales. Así, el Estado Autonómico que rige desde ese año tuvo fallas en la correcta distribución de los recursos y otros acápites de procedimientos técnicos y legales. La ausencia de Estatutos en algunas regiones no ha permitido aplicar plenamente atribuciones claras y niveles óptimos de financiamiento a algunos departamentos.
Ahora bien, entendiendo que el Estado autonómico es solo una etapa transitoria de cara al federalismo, cabe la pregunta: ¿es preciso, ahora, avanzar hacia un Estado Federal? Algunos personajes influyentes de la política nacional han lanzado este desafío, provocando ciertas controversias, en especial en los departamentos de Beni y Tarija, donde se argumenta que aún no existen las condiciones económicas para hablar en serio de este proceso.
Lo que ocurre es que tales propulsores han considerado el cambio dentro del marco clásico del federalismo que, en todo caso, llegaría a ser una réplica de modelos externos (póngase el caso de Argentina), este es un gran error. Un Estado Federal deberá contar con características propias en Bolivia, con elementos sui generis que no tengan que reflejar las taras o defectos de las naciones federales en boga. En pocas palabras, los sistemas de Educación, Salud y Seguridad Nacional deberán seguir sujetos a un Organismo Central de Financiamiento. Por otra parte, se crearía el Fondo de Compensación Nacional, ente transitorio de plazo con vigencia no definitiva, para cubrir el déficit presupuestario de las regiones teóricamente insolventes frente a la nueva coyuntura.
La transformación implica otras modificaciones, tal el caso del Régimen Tributario a imponerse, para ello se haría una Ingeniería Jurídica, Administrativa y Financiera que deberá ocuparse de realizar los ajustes técnicos necesarios frente a la realidad emergente. También sería preciso fundar un Distrito Federal que se ubique exactamente en el centro del país, desde donde el presidente y sus ministros lleguen a ejercer el mando de la Nación.
Federalismo en Bolivia…¿sí o no?
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