El amplio sentido del desarrollo

Si efectivamente el desarrollo económico es la medida en que una economía puede proporcionar beneficios y bienestar a una nación, ésta tiene que estar acorde con el sentido común y el interés general; es decir, debe estar dirigido al bien común, del mismo modo, tampoco se debe confundir la producción de bienes y servicios con los principios de bienestar y felicidad. La felicidad del ser humano no puede estar supeditada a la simple tenencia de bienes y menos a la adopción de políticas consumistas que, siendo exageradas, conllevan problemas para quien las disfrute.
Cada gobierno de nuestro país, de una u otra manera ha formulado planes de desarrollo nacional; lamentablemente, muy poco se ha hecho en realidad o, en casos, se han efectuado importantes inversiones en proyectos inútiles o de muy lejana rentabilidad, proyectos que obedecieron a exigencias partidarias para “contentar al pueblo, así no resulten productivas e importantes sin que importen costos de inversión y menos producción y rentabilidad que, desde un comienzo se calificó como pobre, irregular y nada responsable”.
Todo ello, como es lógico, ha determinado un mayor endeudamiento del país y es algo que pesa gravemente en la economía de la nación y, además, agravó cualquier crisis que sobrevenga a más de causar inflación y ser factor determinante para el aumento de la pobreza; pero, nada convence a la política gobernante de que a mayor endeudamiento son mayores los problemas que se debe enfrentar, salvo que hubiese seguridad absoluta de que los ingresos futuros serán muy grandes y capaces de responder a todas las exigencias que tenga el país.