jueves, julio 25, 2024
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El Censo de la discordia

El conflicto por la identificación étnico-cultural generada por el Censo 2022 nos remite a la Constitución, donde se define la pertenencia como un asunto de auto identificación, es decir, alguien puede identificarse como desee, pues no se exige un estudio genealógico y/o genético para probarlo. Si la auto identificación se basa en una declaración verbal, entonces, sólo es un ejercicio de auto afirmación que no puede servir para invisibilizar a un sector de la población y todo lo que implica: el idioma, lo sincrético religioso y la fusión expresada en la gastronomía. El arte y la música del barroco mestizo, junto a la música criolla que se ejecuta en las entradas folclóricas, es lo característico de la bolivianidad; al ser ésta una cultura mestiza, negar esto es negar la identidad colectiva compuesta de lo autóctono y lo hispano amalgamado con las influencias del mundo moderno. Bolivia consiste en varias sedimentaciones históricas y sucesivas migraciones, la más antigua son los aymaras, un pueblo que ascendió al altiplano hacia el año 1.000 e.c. desde la costa del Pacífico. Ellos se sobreponen a la civilización que construyó Tiwanaku, adoptando mucho de su cosmovisión; otro pueblo es el quechua, formado por mitimaes (migrantes obligados por los incas a vivir en los bordes del imperio). Ellos todavía viven aquí y en Ecuador, pero también los grupos humanos nómadas que subieron nuestros ríos, como el Pilcomayo, hablo de los weenhayek que, migrando rio arriba, junto a los guaraníes guardianes del bosque seco son también parte de la bolivianidad, así como los afrodescendientes, luego vienen los españoles de la época colonial y, por último, en el Siglo XX los migrantes de Europa y Asia que escapaban de los cañones sobre sus ciudades, que buscaron un lugar de paz en La Paz o en el interior del país. Todos juntos aportaron para hacer un país con mucha variedad cultural que exhibimos constantemente como un logro de la coexistencia, ya que el boliviano es la suma de todas esas migraciones.
Por supuesto, nadie está a favor de negar los derechos de los pueblos indígena originario campesinos, consagrados por la Constitución, ya que son el substratum del país, lo que molesta es el andino centrismo del gobierno que trata a los pueblos de las tierras bajas como si fueran indígenas de segunda categoría, sojuzgados por el Inca, y como si todavía existiera el Ministerio de Colonias de hace un siglo. El falso conflicto solo evidencia el agotamiento del discurso de la izquierda, ya que como no hay suficientes proletarios para iniciar una “lucha de clases” y en el pasado mes, al contrario, se celebró los 70 años de la Revolución del 9 de abril de 1952, como la original respuesta ideológica boliviana expresada en toda su praxis política, llamada “alianza de clases” , por lo que (a falta de una mayoría de proletarios en un país con 60% de economía informal) se quiere crear conflictos identitarios alentado por un etnonacionalismo con identidades excluyentes. Eso es lo que molesta de las intenciones del Censo 2022, ya que la identidad boliviana es incluyente y su territorio ha absorbido, como se pasó revista, a muchas oleadas migratorias.
El censo cuestiona nuestro ordenamiento jurídico que consiste en la igualdad de todos ante la ley, el invisibilizar a un sector importante de la totalidad sería segregacionista porque, de hecho, somos una comunidad lingüística que se comunica en español, una cultura de fusión donde cualquier comida muestra la síntesis de dos continentes, quitarnos eso sería quitarnos la forma en que esa fusión generó una identidad cultural, una identidad colectiva que legisla en español, pero traduce a sus lenguas autóctonas (aymara, quechua y guaraní), así que veo en los “arios andinos” la tendencia a querer generar categorías tipo apartheid sudafricano, ¿para qué?, ¿para que a futuro tengamos que portar un moderno carné nazi Ariernachweis (certificado ario)?
Mas, la tendencia es hacia el mestizaje cultural y genético, aunque bien se obraría, si se realizan estudios genéticos para saber a ciencia cierta la procedencia de los pueblos autóctonos, que se diferencian solo por la antigüedad de la llegada de dichos pueblos, ya sea a las montañas, selvas, llanos, cuencas hídricas y lacustres. Hablar de la migración de provincias a las ciudades del eje es estudio aparte, ya que, en ambos casos, demuestra que somos un país constituido por la migración, lo que significa, adaptarse y adoptar otras costumbres, sabores, atuendos, etc., por eso la tarea debía ser, en todo caso, crear comunidades con identidades incluyentes, donde lo boliviano signifique una cultura compartida de una unión que hace la fuerza, antes que las subdivisiones en que nos quiere convertir el capitalismo transnacional ávido de recursos que serían fácilmente depredados si nos convertimos en un Estado fallido africano con guerras tribales intestinas.
La tierra al absorber a los hombres con su aire, agua y los productos de ella, hace que el hombre se vuelva “esa” tierra. El hombre es tierra que respira, como decía el telurismo de Franz Tamayo “La tierra hace al hombre, y en este sentido la tierra no sólo es el polvo que se huella, sino el aire que se respira y el círculo físico que se vive” (capítulo XLIII de Creación de la Pedagogía Nacional), por lo que doy gracias por haber nacido en esta tierra, donde se puede disfrutar del mejor café y chocolate del mundo. Creo que estos granos, junto a la suite N° 1 para Chelo de Bach y La Fenomenología del Espíritu de Hegel, son las meditaciones más profundas de Occidente. Estas creaciones deben ser valoradas tanto como la genética de la quinua, la papa y el maíz. Todas estas producciones y mejoras a productos naturales deben ser preservadas para la humanidad que nos releve en este viaje, a través del universo, montados en nuestra nave Tierra viajando junto a nuestro sistema solar a 781.992 km/h… intentemos que el viaje sea confortable para cada uno de nosotros, con mayor tolerancia, bienestar y justicia para todos.
En todo caso, el punto de vista equilibrado sobre la cuestión de la identidad viene de Francis Fukuyama, quien considera que: “La identidad se puede utilizar para dividir, pero también para integrar, como se ha hecho en el pasado. Ese será, al final, el remedio contra la política populista de nuestros días” (Identidad La demanda de dignidad y las políticas del resentimiento. 2019, p 197) porque finalmente es sobre el futuro donde debe centrarse la discusión política, no en cuestiones de pedigree, por lo que necesitamos incorporar una nueva nobleza como la que Nietzsche exige a la humanidad: “Oh hermanos míos, yo os consagro a una nueva nobleza y os la señalo: vosotros debéis ser para mi engendradores y criadores y sembradores del futuro… ¡Constituya de ahora en adelante vuestro honor no el lugar de donde venís, sino el lugar a donde vais! Vuestra voluntad y vuestro pie, que quieren ir más allá de vosotros mismos, – ¡eso constituya vuestro nuevo honor!… ¡Oh hermanos míos, no hacia atrás debe dirigir la mirada vuestra nobleza, sino hacia adelante! (De la tablas viejas y nuevas en Así hablo Zaratustra).

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