lunes, septiembre 2, 2024
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Proyecto libertario para Bolivia

Parte II

Las ideologías dividieron al país en blanco y negro, buenos y malos, opresores y oprimidos, dominados y dominadores. Si criticamos o apoyamos una política del oficialismo o de la oposición –según sea el caso– nos convierte infundadamente en socialistas, comunistas, fascistas o neoliberales.
El principal objetivo de la fatídica clase política del país (MAS, CC, Creemos y otros) es encasillarnos, ya que de esta manera obtienen apoyo electoral para utilizar a la política como un medio para hacer negocios por “debajo de la mesa”, corrompiendo a la institucionalidad y malgastando dinero público. Dicha afirmación está respaldada por el expresidente Evo Morales, quien en uno de sus recientes discursos admitió que existen problemas de corrupción en autoridades porque tienen que recuperar la inversión de las campañas electorales. Por esta razón, en esta segunda parte del proyecto desentrañaremos sus orígenes para probar que las concomitancias que los unen son infinitamente mayores que sus diferencias.
Uno de los fines de Friedrich Hayek en su libro “Camino de Servidumbre”, publicado en 1944, fue demostrar que el fascismo, nazismo (nacionalsocialismo) y el comunismo representaban sistemas colectivistas, puesto que tienen mucho más en común de lo que puedan tener con los tipos de gobierno existentes bajo las democracias liberales, debido a que se caracterizaban por fomentar el odio en la sociedad, despreciar a las instituciones que resguardaban el Estado de Derecho, buscar la refundación del país y adorar un Estado sobredimensionado. Podrían haber sido diferentes en el detalle, pero sus orígenes eran compartidos, vale mencionar que Benito Mussolini –ideólogo de la doctrina del fascismo– militó en el partido socialista antes de fundar su propio movimiento, y Adolf Hitler, quien en uno de sus discursos declaró lo siguiente: “fundamentalmente nacionalsocialismo y marxismo son la misma cosa”.
Así como Hayek comprendió que se encontraba en un mundo de múltiples socialismos con diferentes rostros, nuestra realidad fácilmente podría ser la misma, pues, más allá de la complejidad de las comparaciones, las fuerzas políticas del país no son más que una proyección de ideologías fascistas/socialistas con estilos de discursos distintos. Por ejemplo: el MAS, afiliado en la Alianza Progresista, asociación internacional de partidos socialistas; UN, fundado por Samuel Doria Medina, afiliado en la Internacional Socialista, organización mundial de partidos socialistas; CC, alianza encabezada por Carlos Mesa y el FRI, partido con orígenes marxistas-leninistas; y Creemos, cuyo líder Luis Fernando Camacho formó parte activa del deplorable gobierno de Jeanine Añez.
Entonces, ¿qué se puede esperar de estos actores políticos? Absolutamente nada bueno. La ruptura institucional en las elecciones generales de 2019 dejó entrever dos verdades fácticas: la primera, el MAS jamás dejaría el poder por la vía democrática; la segunda, la oposición jamás podría ganar el poder por la vía democrática. Estos actores solo creen en la democracia cuando los resultados les son favorables, sus programas de gobierno son copy-paste de gobiernos colectivistas. La fabricación de empeñarse en mantener una idea de que son diferentes entre sí, en realidad, no es más que un constructo artificial para negar lo evidente, dado que, a pesar de sus diferencias retóricas, comparten los mismos orígenes, métodos y fines. No son creíbles, porque para ser creíbles tienen que tener buena reputación y claramente no la tienen.
En este contexto, el proyecto libertario plantea una hoja de ruta totalmente opuesta a la ideología colectivista, pues los problemas del Estado no se resuelven con más Estado. Mientras más se va permitiendo el intervencionismo estatal en los asuntos concernientes a las libertades económicas y políticas de los ciudadanos, la democracia se va eclipsando, relegándola y dando paso a un gobierno autoritario.
Para finalizar, ante una idéntica naturaleza ideológica de la clase política, la necesidad de conformar un nuevo partido político basado en las ideas de la libertad es una deuda pendiente que tenemos los ciudadanos, por consiguiente, en próximas entregas continuaremos profundizando los cambios estructurales necesarios que deberán ser hechos en el país desde una perspectiva liberal.

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