viernes, septiembre 27, 2024
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A grandes males, grandes remedios

El asunto de un adulto mayor, llamado dirigente universitario que, sin estudiar realmente en alguna carrera, estuvo manejando durante más de veinte años el presupuesto y el sentido académico de la Universidad Mayor de San Simón, ha colmado la paciencia de la ciudadanía. El descubrimiento de un caso de corrupción se ha puesto en el primer orden de la agenda de los problemas que se debe resolver en el país, problema que ha ido creciendo como una bola de nieve y, al parecer, tampoco se va a resolver.

La cuestión estalló de manera providencial, pese a que estuvo guardado durante dos décadas, al amparo del silencio de las autoridades y la masa de más de setenta mil universitarios que estudian en ese centro que, se supone, debía ser el paradigma de la moral, el patriotismo y la profesionalización de los ciudadanos y no un reducto de ociosidad y casos delictivos como el ocurrido con el “universitario” que estuvo tanto tiempo por encima de los rectores, catedráticos, a quienes tenía bajo un verdadero régimen de dominio moral.

Tan grave resultó el asunto descubierto, que el autor de semejante delito fue a parar a la cárcel, acusado de varios delitos de los que deberá rendir cuenta ante autoridades judiciales encargadas de calificar y sancionar la magnitud de los daños causados tanto a la Universidad, como a la Nación, ya que la primera funciona sobre la base de un multimillonario presupuesto aportado por el Estado, que es el que administra el dinero que paga el pueblo para mantener ese organismo burocrático.

Muchos canales se han destapado con esta cuestión, de la cual el “universitario” es solo una mínima parte visible, pues el verdadero problema no está a la vista, ya que está debajo de un mar de delitos y cómplices, puesto que el principal culpable no operaba en forma individual, sino que estaba rodeado de una serie de cómplices de máxima cuantía.

Al respecto, llama la atención que recién el actual rectorado ha tomado cartas en el asunto y seguramente quiso liberarse de la dictadura del cogobierno universitario y actuar con idoneidad y honradez correspondientes. No se entiende por cuáles motivos las anteriores autoridades de San Simón no reaccionaron con la sensatez necesaria y la necesidad de resolver ese asunto por demás vergonzoso, del que ahora resultan corresponsables.

Al presente, el caso se encuentra en situación especial. El protagonista principal está en la cárcel por seis meses y en forma provisional, pero se trataría de pensar que ya el problema está resuelto, apreciación errónea, pues nada se ha avanzado en la dirección que se espera. En efecto, se sabe que la justicia en el país no se encuentra en el mejor estado de salud para resolver el problema, mucho más teniendo en cuenta que delincuentes de categoría mayor han sido considerados como inocentes y ahora gozan de libertad, sin que el fondo de los asuntos se haya resuelto. Por tanto, la universidad seguirá igual, sin que se tome en cuenta el principio jurídico “a grandes males, grandes remedios”.

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