domingo, septiembre 1, 2024
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El Señor de los tres rostros

En el libro “Gran Poder”, publicado en 1993 –hace casi 30 años– Pedro Susz escribió: “Octavio Paz, ensayista mexicano, en su obra “El laberinto de la soledad” dice: “somos un pueblo ritual. Y esta tendencia beneficia a nuestra imaginación tanto como a nuestra sensibilidad, siempre afinadas y despiertas. El arte de la fiesta envilecido en casi todas partes se conserva intacto entre nosotros… Nuestra pobreza puede medirse por el número y suntuosidad de las fiestas populares. Los países tienen pocas: no hay tiempo, ni humor. Y no son necesarias: las gentes tienen otras cosas que hacer y cuando se divierten lo hacen en grupos pequeños. Las masas modernas son aglomeraciones de solitarios… Pero un pobre mexicano ¿cómo podría vivir sin esas dos o tres fiestas anuales que lo compensan de su estrechez y su miseria? Las fiestas son nuestro único lujo; ellas sustituyen, acaso con ventaja, al teatro y a las vacaciones, al “week end” y al “cocktail party” de los sajones, a las recepciones de la burguesía y al café de los mediterráneos…”.
Ello, de un modo u otro también refleja lo que aquí acontece con la realización de estas fiestas que, caso Gran Poder, lograron fama mundial. A propósito, tras el receso forzado por el virus chino, volvió motivando la alegría en particular de los que deben lidiar a diario con la esquiva economía, aunque, primeramente, afirman, es la pleitesía al Tata. El periodista e investigador Waldo Pinto Oblitas, que también escribe en el libro, sostiene “la imagen del Señor Jesús del Gran Poder que se venera en el Templo de la calle Antonio Gallardo, actualmente, no tiene un origen exacto; es decir, nadie pudo precisar dónde fue concebida esa pintura con TRES ROSTROS que, al decir de los entendidos sería el símbolo de la Santísima Trinidad”. Asimismo, hace la relación exacta de todos los sitios por los que peregrinó la imagen, hasta llegar a Chijini, donde se edificó la capilla. “El cuadro mantenía sus Tres Rostros, pero por orden del Obispo Augusto Schiefert fue retocado por dos inexpertos pintores extranjeros. Cierto día, estos individuos se presentaron en estado de ebriedad para realizar los retoques en el rostro de la imagen. Entonces sucedió que uno de ellos pasó el pincel por los ojos y la figura sagrada movió la cabeza y entornó los ojos como signo de reproche. Los pintores, atemorizados –relata– desparecieron sin que nadie hubiera conocido su paradero”. Indicar que hicieron esos retoques ya que había sido declarada “Imagen contra rito”, o sea ajena al culto católico.
Se puede decir mucho más sobre el Gran Poder, pero no bastaría el espacio, y sólo indicamos que el naturista Dr. Toribio Tapia, ligado a esta actividad, sostiene: “hace muchos años logré que sean suprimidos de la entrada el soldado romano que ingresaba a caballo, pato Donald, Mickey, entre otros, que nada tenían que ver con nuestra cultura andina, y pese a protestas se procedió de esa manera”. El mismo fue asesor de la Asociación de Conjuntos Folklóricos del Gran Poder, durante los 90 y en ese sentido subraya “en mi criterio la mejor gestión directriz fue la encabezada por el Dr. Freddy Yana, en 1993, pues elaboró el Estatuto y se aprobó a nivel gubernamental la Personería Jurídica que están en vigencia hasta hoy, se publicó un libro; se pudo ordenar que sólo ingresen con dos bandas, pues lo hacían hasta con siete y eso ocupaba mucho tiempo; se logró intercalar las danzas: entraban puro morenos, diablos, etc., y al final aceptaron que ello sea cambiado. También se hizo el papeleo legal de la sede donada por don Max Fernández, en la calle Vicente Ochoa”.
Como fuere, concluimos señalando que el autor de la imagen quizá tuvo inspiración divina para graficar de ese modo la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, algo que al final queda en el misterio y en la bruma de los tiempos, ya que así pudo haber querido el Tata del Gran Poder.

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