domingo, septiembre 1, 2024
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El hombre sin rostro

En este artículo y el próximo haré un breve resumen y comentario del libro que aparece en el título, un texto escrito por Masha Gessen que inicia su prólogo comentando lo que se transmite en una radio moscovita un sábado cualquiera de 1998. La que escribe y comenta “en un país que se estaba inventando, asimismo, cada ciudad, cada familia, incluso cada institución era en cierto sentido un territorio por explorar”. Prosigue: “San Petersburgo había conservado y perfeccionado muchas de las características clave del estado soviético; era un sistema de gobierno que se encargaba de eliminar a sus enemigos, un sistema paranoico y cerrado que trataba de controlarlo todo y destruir cualquier cosa que no pudiese controlar”. Era imposible llegar a saber qué había conducido al asesinato de Starovoitova, precisamente porque su posición de enemiga del sistema la había convertido en una mujer señalada, sentenciada.
En unos años “Rusia estaría viviendo en esta realidad y concluye. Como sucedió es la historia que se cuenta en este libro”. De esa realidad política se da un salto hacia adelante cuando entra en escena Vladimir Putin.
Después de un cierto periodo de Putin de trabajar para el anterior gobierno, el gobierno de Yeltsin en agosto de 1999 designa a Putin como primer ministro de Rusia.
Después de un periodo de inestabilidad en el gobierno ruso, con luchas en la región de Chechenia, convirtiendo a Rusia en una nación en estado de guerra. Esta situación fue aprovechada por Putin y quienes trabajaron para logar la dimisión de Yeltsin.
Resulta de interés rescatar el hecho de que Putin tuvo una infancia de miseria, pasando hambre.
Como destaca nuestro autor, en ese edificio donde vivió los patios estaban sembrados de basura, llenos de socavones y carecía de luz. “El apartamento de los Putin no tenía cocina propiamente dicha, sino una sola cocinilla de gas y un fregadero a mitad del pasillo. A la barandilla le faltaban trozos, Tres familias compartían fuegos de la cocinilla”. Realmente son descripciones que revelan las condiciones de miseria en las que vivían.
Prosigue el recuento: “la escuela estaba a unos pasos del edificio donde vivían los Putin”.
El siguiente párrafo es muy ilustrativo, “todos queremos que nuestros hijos lleguen a ser versiones mejores de nosotros mismos y que tengan más éxito en la vida”.
Vladimir Putin, el milagroso hijo tardío de dos personas mutiladas y lisiadas por la Segunda Guerra Mundial, nació para ser espía soviético, de hecho, nació para ser espía soviético en Alemania.
Para concluir esta primera parte: Putin se graduó en la escuela secundaria con «sobresaliente» en historia y alemán; «bien» en geografía, ruso y literatura y «suficiente» en física, química, álgebra y geometría.
En la universidad llevó una vida solitaria, sin involucrarse en actividades comunes y comunitarias y del Komsomol.

Seguiré la próxima semana.

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