miércoles, julio 24, 2024
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Vocación debilitada de las universidades

La universidad, otrora una de las instituciones de mayor prestigio y fiable ante la opinión pública, al presente pasa como una más y su importancia ha mermado por los últimos hechos que son de conocimiento general. La universidad vale sobre todo por su nivel académico y tecnológico, pero estas casas formativas del país ocupan ahora las casi últimas ubicaciones en el ámbito internacional, según organismos de alta calificación.
La caída de su nivel académico ha venido acentuándose desde hace años, para unánime lamento. La calificación de suficiencia que realizaron las facultades no parecen del todo fiables. Se trata de una relajación de los parámetros internos que antes se conservaba, parámetros aflojados según criterio de los observadores. Tal vez caería en exageración decir que las universidades recorren el camino de la debacle o la decadencia. No solo tenemos la caída académica –sin pretender generalizar— sino de la ética docente. Los medios se están ocupando de la violación de alumnas, perpetrada en la casa de uno de los profesores señalados. No es el único caso, según denuncias, empezando por acosos a señoritas estudiantes.
Otro fenómeno que se deja ver es la abulia estudiantil por problemas políticos coyunturales, abulia intelectual que se suma a la falta de discusión y debate de carácter ideológico, que antes de ahora era una de las tónicas visibles de la vida universitaria. Los cursantes de las carreras de ciencias sociales son simple auditorio de las clases, tomando como dogma de fe las exposiciones docentes, como si se tratase de profetas, sin que los estudiantes manifiesten sus puntos de vista. Pero estos ensayos deberían promover el diálogo y el debate de ideas. Al faltar esta inquietud, la cátedra se torna en discurso unidimensional. Fue característica constructiva de algunas décadas atrás estos ensayos dialécticos. Esa fue la cuna de liderazgos de los que se carece en estos tiempos.
Por otra parte, alarman los desajustes administrativos financieros en el interior de estas unidades del país. Sin entrar en lo macro, basta lo acontecido en el CEUB con el viejo y caduco dirigente Max Mendoza, a quien se le asignó un sueldo mensual de casi Bs. 23.000, “justificando” la ilegal designación con el sobrenombre de Secretario General del CEUB. Los firmantes de la desaprensiva resolución son el ex rector de la Universidad Pública de Potosí, Juan Bohorquez, y el principal de la Confederación Universitaria de Docentes (CUD), Rodrigo Rodríguez. Ambos permanecen en sus docencias y nadie encara su procesamiento por el enorme daño económico ocasionado. Se comenta que la designación de Mendoza se debe a quedar bien con el MAS, del cual es militante de importancia.

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