Evitar extremos que entrañan división

Es común que, en la vida de las naciones, hasta por cuestiones baladíes y sin importancia surjan divisiones y lo que era acuerdo general se convierta en división total, debido generalmente al surgimiento de intereses creados y conveniencias. Lo grave del cuadro difícil que se presenta es que complica muchas veces lo ya resuelto y conveniente para todos, debido a que priman intereses personales que nada tienen que ver con el bien común. Estas situaciones surgen por una falta de conciencia sobre las cuestiones que se sabe son concretas y convenientes para el conjunto.
Un país pobre como el nuestro, sin mayores nexos que lo tengan unido y con intereses orientados hacia los mismos objetivos, tarda después en tomar decisiones convenientes para todos los interesados. Se puede decir que ello ocurre porque no se ha estudiado ni se sabe en profundidad lo que se debe hacer. Por eso se requeriría un acuerdo para que se abandone las conveniencias de grupo, que son, en el fondo y la forma, simplezas, de poca importancia.
Estudios sobre conductas e inconductas partidarias señalan que las cúpulas partidarias no se preparan ni estudian ni conocen a fondo lo que es necesario para el conjunto. Son personas que por aventurerismo o intereses circunstanciales abrazan la ideología que se les ofrece. En otras palabras, se debe atribuir a la simple ignorancia los pésimos resultados que cosechan los partidos políticos, por su ausencia de convicción sobre lo que interesa a su organización.
La ignorancia es factor determinante para que solo pocos partidos se consideren serios y responsables para dirigir las políticas de sus países. Esas condiciones se deben a que esos pocos han tomado conciencia de realidades y han desterrado el aventurerismo y las conveniencias de momento, únicos causantes de la división y discordias partidarias.