¿Qué hace la empresa privada boliviana? Esa podría ser la pregunta que se formulan algunos bolivianos cuando se habla del empresariado privado nacional y su participación en el quehacer económico nacional.
La respuesta es simple: la empresa privada se dedica a producir en todo el territorio nacional. La integran los grupos de la gran empresa privada, la mediana y la pequeña, trabajando donde pueden y como pueden por aportar, a su modo, al crecimiento del país. Los empresarios son los que pagan impuestos, dan empleo digno y producen más del 80% del producto interno Bruto. Son los que apuestan por el país, arriesgan su patrimonio y su familia por el desarrollo de Bolivia.
En su trabajo, todos los empresarios necesitan de una activa participación del Gobierno, como facilitador de su actividad y, de manera especial, abriendo mercados para la producción nacional.
El costo de la logística para el mercado nacional y para exportar es uno de los más altos del mundo.
Tenemos el ejemplo de la quinua y las Mañaneras, donde encontramos limitaciones: por un lado, los productores de quinua, para quienes su sueño se transformó en pesadilla; por otro, las Mañaneras y dirigentes de la Pymes que reclaman por la desleal competencia de la ropa usada de contrabando.
Como señala Gary Rodríguez, gerente del IBCE, de la época dorada que vivió la quinua boliviana hace unos años, ahora se ha pasado a las cifras rojas: “Es doloroso decirlo, pero hay un cambio dramático” que supone una transición “de un sueño a una pesadilla”.
Más de 70.000 productores de quinua en el país sufren los efectos del desplome de los precios y volúmenes de exportaciones de este grano, que hace poco tenía a Bolivia como uno de sus mayores exportadores, debido, entre otras causas, a la aparición de nuevos países exportadores, elevando su oferta en el mundo.
Las exportaciones de quinua del año pasado sumaron 61,7 millones de dólares, cundo en 2014 –el mejor año para estas ventas– llegaba a 196,6 millones de dólares, mostrando una baja de 134 millones de dólares.
Eduardo Paye, subgerente de ANAPQUI (Asociación Nacional de Productores de Quinua que exportan a Europa, Estados Unidos, Canadá y China), explicó que la quinua que producen es “la mejor quinua del mundo porque se produce en una zona altamente natural, que está bendecida por los salares, producida a una altitud superior a los 3.600 metros sobre el nivel del mar”, pero los compradores no reconocen la marca de la QUINUA REAL ORGÁNICA que demanda a los campesinos bolivianos esfuerzos y costos adicionales para ofrecer un producto con la menor mecanización posible, “con cero pesticidas y cero agroquímicos”.
Para recuperar el liderazgo nacional en el mercado mundial de la quinua, urge obtener la Denominación de Origen, para diferenciar la quinua real orgánica producida entre los salares Coipasa-Uyuni, que se discute por casi 20 años.
La internación al país de grandes volúmenes de ropa usada, la mayoría por la vía del contrabando, está provocando problemas de supervivencia en sectores de la microempresa nacional.
Como informaron los periódicos en la primera semana de este mes, las vendedoras de ropa en las calles Tumusla e Illampu, más conocidas como “las Mañaneras”, junto a pequeños microempresarios confeccionadores de ropa en La Paz y El Alto, pidieron al Gobierno mayores controles y defensa de la producción nacional. En el país tenemos más de 3.000 millones de dólares de contrabando que llega a un aproximado del 8% del PIB y afecta a los empresarios legales que pagan impuestos.
Egberto Llanque, representante de la Asociación de Pequeños Productores en Confección en El Alto, afirmó que están totalmente asfixiados porque tienen créditos que ya no pueden cubrir. La Alcaldía de El Alto ha permitido que sean abiertas más tiendas y sean instalados más puestos para vender la ropa usada, los productores nacionales deben comprar materia prima para confeccionar, pero no pueden competir con una chamarra usada que cuesta cinco bolivianos o un pantalón de dos bolivianos.
Este sector también se queja porque el Servicio de Impuestos Nacionales agobia a la producción nacional con una carga impositiva “demasiado grande”, mientras que los vendedores de ropa usada no aportan al Estado.
Un criterio similar tiene Ricardo Leytón, presidente de Asemetexco, cuando dijo “los contrabandistas abren sus locales comerciales, no les piden NIT, ni licencia de funcionamiento, pero nosotros abrimos una tienda, nos piden NIT, licencias de funcionamiento, Registro Obligatorio de Empleados, nos piden todo”.
Estos dos casos muestran que los empresarios necesitan que el Gobierno adopte determinaciones para que la empresa privada tenga seguridad jurídica y libertad de empresa, competencia leal y fácil acceso a los mercados nacionales e internacionales. Así habrá más inversión, más empleo digno para los bolivianos.
El autor es Economista, Académico de Número de la ABCE.